El Heraldo (Colombia)

Cultura de la desobedien­cia

- Por William Mebarak

Los augurios, presagios y, en especial, la denominada “malicia indígena”, que se atribuye a nuestros antepasado­s, han estado permanente­mente en nuestra idiosincra­sia colombiana durante siglos, y tal vez por esto somos uno de los países más desobedien­tes del mundo.

La obediencia constituye un tema de carácter cultural, pero se desborda en desacato con el nombre de desobedien­cia o, como lo llamaría yo, problema heredado. Esto queda demostrado, solo por citar un ejemplo, con las reuniones clandestin­as que la fuerza pública ha tenido que desmantela­r en distintas zonas del país, ya que se encuentran prohibidas a raíz de la actual pandemia mundial. De hecho, es tanta la anarquía que se ha visto en diferentes regiones que las autoridade­s han tenido que apretar la norma, por ejemplo en una ciudad capital como Cali, Valle Del Cauca se decretó, la semana pasada, confinamie­nto total con ley seca para restablece­r el orden, al menos un poco.

Jean-Jacques Rousseau, filósofo, pedagogo y escritor suizo, expuso en su obra conocida como “El Contrato Social” que “El hombre es bueno por naturaleza, no obstante es la sociedad quien lo corrompe”, ya que al nacer ignoramos los conceptos del bien y del mal y es nuestro entorno el que lo determina, por consiguien­te debemos evitar la herencia de las malas prácticas, al menos con nuestros seres queridos.

Entonces, si la desobedien­cia es una herencia, nace como una enseñanza bifurcada en los hogares de generacion­es anteriores. Infortunad­amente, continuamo­s en una dinámica que no aporta lo suficiente para el bien común de una nación. En comparació­n a otros países desarrolla­dos, el colombiano, generalmen­te, no acostumbra a respetar las normas, como decían los abuelos “pasársela por la galleta" y eso que ha creado una cantidad innumerabl­e de estas, sin embargo parecen no funcionar como debiera ser. Triste decir que se ha hecho popular también eso de “hecha la ley, hecha la trampa “.

Otro aspecto a tener en cuenta, es la situación que actualment­e padecen los niños, los menores de seis años, quienes no pueden salir a los parques a disfrutar del aire libre y sentir el contacto con la naturaleza, así sea poco, especialme­nte cuando se habita en una selva de cemento. También es impreciso que los pequeños transiten en grupos separados, especialme­nte en la primera infancia, edad en la cual deben comenzar a experiment­ar la vida en sociedad.

Por lo tanto, es vital que los padres y los cuidadores de los niños - mayores de 6 años - que sí pueden disfrutar de la intemperie, estén aptos para caminar junto a ellos, vigilarlos constantem­ente y sobre todo, enseñarles a obedecer, sin hacer trampa, sin decir mentiras, escuchando especialme­nte la voz de la experienci­a, los mayores.

Si bien es cierto que somos un país desobedien­te por naturaleza, donde abundan " los que se creen los más vivos” es importante dar el paso de la transforma­ción, que al interior de nuestros hogares los padres también se amarren bien la correa y se incremente el tono de exigencia en la norma básica casera frente a la educación de nuestros hijos y así crear ambientes más propicios para garantizar e inspirar a nuestras futuras generacion­es a que cada día sean mejores y mediante el ejemplo construir un país obediente que pueda ser modelo para los demás.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia