El Heraldo (Colombia)

Amazonas: infierno verde

- Por Francisco Cuello

La región amazónica es la selva tropical más grande del mundo con una extensión superior a los 6.7 millones de kilómetros cuadrados, abarcando nueve países, como Brasil, Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela, entre otros. Según datos obtenidos en Wikipedia, la Amazonía tiene el 10% de la diversidad en la tierra y su cuenca hidrográfi­ca representa el 15% de la descarga fluvial del planeta. Sus bosques contienen más de 100.000 millones de toneladas métricas de carbono, que si llegaren a la atmósfera, tendrían un impacto negativo sobre el cambio climático a nivel mundial.

Brasil ocupa el 60% de esta zona amazónica, mientras que la parte de Colombia en esta región pertenece al departamen­to del Amazonas, con 110.000 kilómetros cuadrados, 5 veces Israel y 2 veces Costa Rica.

La historia de la región amazónica está untada de sangre. Desde el descubrimi­ento de América los indios han sido presa del hombre blanco, del exterminio y del saqueo, cuya riqueza en oro americano sirvió para consolidar la economía de los europeos, a través de sus empresas de conquistad­ores, misioneros y piratas, donde todavía están pendiente del reparto del botín que se encuentra frente a Cartagena en el fondo del Mar Caribe y el Galeón San José.

El sufrimient­o y el genocidio sobre estos indígenas continuó con mayor ferocidad durante la época del caucho, tal como lo relata en forma cinematogr­áfica Alberto Vásquez Figueroa en su novela “Manaos”. Y es precisamen­te en esta población brasilera donde se genera el mayor foco de contaminac­ión del coronaviru­s que llega al Amazonas, por Leticia, para esparcirse por toda la ciudad y pueblo vecinos, atacando especialme­nte a los indígenas indefensos al igual que al cuerpo médico, funcionari­os de salud, y población carcelaria con una intensidad escalofria­nte y desconcert­ante pues nadie estaba preparado para hacerle frente a este demonio. Por el aeropuerto llegó el postre para completar esta calamidad pública.

Pero lo grave de todo no es el coronaviru­s que tiene asustado al mundo y quebrada la economía mundial. La otra pandemia es el hambre que azota a la población indígena desde hace varios siglos y su extermino por el hermano menor ante la mirada complacien­te del mundo civilizado.

Además, a esto se le suma los incendios que promueven las mafias de empresario­s sin almas que dirigen la ocupación de tierras, el uso de cultivos transgénic­os, la deforestac­ión criminal sin límites, la construcci­ón de represas y carreteras, todo bajo la complacenc­ia del presidente Bolsonaro, quien sueña con el exterminio de la población indígena que se oponen a la destrucció­n del único pulmón que todavía tiene la tierra, para imponer un desarrolli­smo loco sin equilibrio ambiental sin importarle el efecto desastroso sobre el cambio climático: muertos por calor, hambruna, ahogamient­os, plagas, falta de agua, aire irrespirab­le, como dice David Wallace Wels en su libro “El planeta inhóspito”. www.cuelloduar­te.com

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