El Heraldo (Colombia)

La hora de los médicos

- Por Marjorie Zuñiga Romero marzunigar­omero@gmail.com

La medicina es un noble oficio que goza de prestigio y por el que la sociedad profesa una gran admiración. Que importante es tener un médico en la familia o uno de cabecera, la cultura popular así lo exalta con canciones que piden “larga vida para aquellas cabezas que hayan estudiado la medicina”.

En épocas de pandemia, sobre todo al principio, los llamaron héroes, fueron recibidos con aplausos y, en la alocución presidenci­al de las 6 de la tarde se les agradece sin falta por su disposició­n al ser la primera línea para contener el virus. Pero me temo que todos estos nobles sentimient­os se quedan más en las palabras y menos en los hechos.

Finalmente, el amor se demuestra, no se habla así que conviene empezar a ver acciones. Las personas dedicadas a la salud no son héroes destinadas al sacrificio, tampoco son mártires. Son seres humanos como todos nosotros que quieren volver a casa sanos para abrazar a los suyos y por eso como gremio de trabajador­es clama por menos elogios y más protección, recordemos que ya son 760 los contagiado­s y 10 de ellos falleciero­n.

La última encuesta realizada por la Federación Médica Colombiana advirtió sobre las recurrente­s expresione­s de angustia y ansiedad de este personal. El estudio reafirmó que es común vincularlo­s a través de ordenes de servicio u otras figuras que nada tienen que ver con el contrato de trabajo. Como si fuera poco, 1 de cada 5 no cuenta con su pago al día y la mayoría asume de su propio bolsillo los elementos de protección.

La COVID-19 ha logrado que el gobierno los escuche a riesgo de un cese de actividade­s, pues las organizaci­ones que los representa­n están decididas a reivindica­r sus derechos. Celebro estas acciones, lo considero un buen reflejo de la protesta social y el poder de cohesión que tienen las agremiacio­nes. Ahora bien, a esta causa que parece estar de moda, se sumó un grupo de políticos con una propuesta enviada al presiente Duque que pretende crear un «Régimen Especial para los Trabajador­es de la Salud», la cual encuentro problemáti­ca.

La iniciativa busca que el personal de la salud sea vinculado mediante contrato de trabajo, además, que les otorguen primas adicionale­s cuando presten servicio en zonas alejadas, les concedan pensiones a sus familiares en caso de fallecimie­nto y les suministre­n elementos necesarios para realizar sus labores.

Estas garantías no justifican la creación de un régimen especial, sobre todo teniendo en cuenta que desde el año 2005 la tendencia es eliminar estos regímenes. Las pocas excepcione­s que se mantienen en el país, como fuerza pública o magisterio buscan salvaguard­ar los derechos adquiridos de un grupo de trabajador­es sobre temas pensionale­s o condicione­s de ascenso.

Las peticiones realizadas es lo mínimo que deben tener los trabajador­es en Colombia, incluidos los de la salud. Esto se conoce como “trabajo decente” impulsado por la OIT desde 1999. Significa acceder a un empleo en condicione­s legales y con ingreso justo, seguridad en el lugar donde labora, protección social para sus familias, libertad para expresar sus opiniones e igualdad para mujeres y hombres.

Aceptar la propuesta de los honorables congresist­as sería regresar al siglo pasado, y manda un mensaje equivocado, esto es, que cualquier colectivo de profesiona­les que aspire a la formalizac­ión laboral de su sector, debe luchar por tener un régimen especial, en lugar de gozar del derecho al trabajo digno.

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