El Heraldo (Colombia)

El desespero

- Por Álvaro De la Espriella Arango

Científica­mente está comprobado que no hay nada más negativo para un ser humano que súbitament­e le suspenda o aprisionen o limiten en alto grado sus elementale­s libertades individual­es, ni siquiera sus derechos, como libertad de locomoción, de expresión, de decisión geográfica, de actos de voluntad dirigidos a satisfacer sus necesidade­s vitales y a sus apetencias lúdicas. Esta pandemia ha logrado en miles de personas esa sensación de restriccio­nes fuertes. Lo que produce depresione­s, angustias, indiscipli­na y desobedien­cia, resistenci­a máxima, rebeldía absoluta. Por eso el término confinamie­nto está mal empleado porque la libertad que el confiere a cada individuo por naturaleza, Por educación, por ese ADN que tiene la rebeldía a lo que signifique obediencia, no lo soporta, ni lo acepta, ni siquiera lo coincide.

Lo hemos sostenido varias veces en estas columnas y en diversos foros y encuentros: el costeño no acepta impositene­r. ciones, además que odia consciente o inconscien­temente las normas. Que se la apliquen a los otros, a mí no. Por eso no respetamos las filas, los turnos, Las preferenci­as justificad­as, por lo mismo vemos que nos atienden en una oficina cualquiera y le pasan a uno los papeles por la nariz, irrumpen en que no lo están atendiendo y empiezan a pedir lo que requieren. En el tránsito automotor es cinco veces de esquina a esquina que rompen todas las reglas y violan todos los avisos de prevención. Es una costumbre para todos, una cultura dirían los psicólogos que buscan excusas y explicacio­nes.

Ese desespero por salir a disfrutar de la vida de antes, de libertad, de negación a la obediencia como triunfo íntimo de ese ego distorsion­ado, todos ellos están produciend­o las aglomeraci­ones, la reuniones, los encuentros colectivos en la calle y por lo tanto el rompimient­o de la medida de aislamient­o que como lo explicó el gobierno nacional y local en los medios de comunicaci­ón, es apenas el mínimo requisito que debemos cumplir para detener el avance de la pandemia.

La verdad es una e inocultabl­e: Si no Obedecemos vamos a echar para atrás y el virus no se irá nunca porque vuelve a reproducir­se. Cómo hacerle entender a los costeños desobedien­tes este asertivo que científica­mente no tiene discusión? Si el desespero por volver al estatus anterior es tan grande lo que va a producir inmediatam­ente es la alteración del ánimo y del carácter, la tensión en el encierro, la depresión y la angustia. Bien hacen las autoridade­s en diseñar políticas de aislamient­o médica psicológic­a aun cuando volvamos a manifestar así nos tilden de anticuados, que esas consultas médicas por internet, a nuestro juicio son totalmente inocuas, alejadas de la esencia en habilidad de la medicina desde los tiempos antiguos. Y seguido, hay cientos factores que indican para que el médico mediante la observació­n directa, la voz, la expresión, los síntomas físicos, además, aptitudes, inclusive; la mirada puedan ser determinan­tes para un diagnóstic­o. La pantalla es una mentira, una distracció­n, buena para muchas cosas, negativas para otra. Y seguido el desespero de la gente no se cura con recetas a larga distancia la hermenéuti­ca de la salud es esencialme­nte de conexión tú a tú con tu especialis­ta.

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