A contagiarse del rigor alemán
El cronograma de regreso a la cancha en el país comienza el 8 de junio con evaluaciones médicas generales y las pruebas moleculares de COVID-19 a los jugadores libres de la enfermedad.
Ya se dio el primer paso. El Ministerio del Deporte, encabezado por Ernesto Lucena, anunció el martes pasado que dio luz verde a la Dimayor y a la Federación Colombiana de Fútbol (FCF), para empezar el proceso de reanudación de la Liga profesional. El cronograma de regreso a la cancha comienza el 8 de junio con evaluaciones médicas generales y las pruebas moleculares de COVID-19 para poder iniciar las prácticas individuales con los jugadores libres de la enfermedad.
En julio está previsto el arranque de los entrenamientos colectivos y en la primera o segunda semana de agosto, si las dos primeras etapas avanzan sin contratiempos, se volvería a mover el balón que se detuvo en el país el pasado 12 de marzo.
Es decir, todavía faltan dos meses y algo más para ver nuevamente en acción a Junior, Millonarios, América, Nacional, Medellín, Cali, Santa Fe, Bucaramanga y todos los equipos del balompié criollo, que no cuentan con los grandes presupuestos y rutilantes estrellas de las principales ligas de Europa (que tanto rating generan en un planeta globalizado), pero es tal vez el que más mueve nuestro corazón por un sentido de pertenencia forjado por cercanía, herencia familiar, tradición o representación de la tierra que nos vio nacer.
En ese largo período, los clubes, con apoyo de una EPS, deberán aplicar los protocolos de bioseguridad aprobados por el Ministerio de Salud y el Ministerio del Deporte. Tendrán que adecuar las sedes de entrenamiento y someter a los jugadores a pruebas serológicas o rápidas cada cuatro días para detectar cualquier contagio y reducir las posibilidades propagación.
Un proceso exigente que desafía la sensatez y rigurosidad de todos, la capacidad logística y organizativa de nuestros dirigentes futboleros y la responsabilidad, comportamiento y disciplina de los deportistas, de los entrenadores, árbitros y del personal que trabaja alrededor del fútbol (incluidos los periodistas).
La Bundesliga, la primera de las cinco grandes ligas de Europa que reinició la competencia en medio de la pandemia (Francia fue la única que canceló la temporada, Inglaterra, Italia y España vuelven al ruedo en junio), es el modelo a seguir para activar este fútbol post-covid sin público en las tribunas y con gritos, abrazos y festejos reprimidos.
Pero una cosa es Alemania y otra América Latina. Evitar totalmente la enraizada informalidad y ligereza que suele acompañarnos en este lado del mundo, que se ha vuelto epicentro de la pandemia, es la primera gambeta que la gente del fútbol está obligada a ejecutar si quiere que la reanudación de la Liga sea tan exitosa como está resultando la del territorio teutón, donde este fin de semana completan cinco jornadas desde el reinicio.
Aplicar con seriedad y rigor cada punto del protocolo de sanidad y vigilar y exigir su pleno cumplimiento es vital para los jugadores y sus propias familias.
Mindeporte ha sido precavido, hasta ahora, en este proceso de reapertura. Ha sabido eludir las presiones que han surgido y darle manejo a la escasa diplomacia e incomprensible arrogancia que rebosaba en la Dimayor.
En medio de toda esta emergencia sanitaria, el deporte y muchas otras actividades pasaron a un segundo plano. Todo se enfocó en lo indispensable, en lo fundamental, en lo realmente importante, en la salud y en la familia.
“Pues parece que se podía vivir sin fútbol”. La frase irónica contra los apasionados por el balón se viralizó al principio del confinamiento.
“Claro que se puede vivir sin fútbol, pero se vive peor”, respondió el exfutbolista y escritor argentino Jorge Valdano.
Más allá de lo dimes y diretes, de lo que puedan pensar opositores o adeptos al deporte más popular, es innegable que en momentos tan adversos, que pueden llegar a ser más complejos en nuestro país teniendo en cuenta que aún no hemos llegado al pico de la curva de contagio, no cae mal un desahogo, un espacio para emocionarse y empezar a retomar aspectos de la ‘normalidad’ que solíamos tener. Eso sí, hay que contagiarse… del rigor de los alemanes.
Aplicar con seriedad y rigor cada punto del protocolo de sanidad y vigilar y exigir su pleno cumplimiento es vital para los jugadores y sus propias familias.