El Heraldo (Colombia)

Otra manera de influir

- Por Marcela García Caballero

Esta columna que hoy escribo, la escribo con orgullo, con satisfacci­ón y con la profunda ilusión de que quien la llegue a leer, se pueda sentir motivado a cambiar la vida de al menos una persona, y de intentar transforma­r el mundo en el que nos ha tocado vivir.

Para quienes no lo saben, desde hace cuatro años me he dedicado a crear contenido digital para redes sociales. No comenzó como un proyecto trazado, sino que fue algo que se fue desarrolla­ndo día a día. Haber sido Reina del Carnaval de Barranquil­la me dio mi primer empujón, pero poco a poco empecé a construir mi propio camino. Equivocánd­ome,porsupuest­o,peroalavez, encontrand­o mi vocación de vida.

Entendídes­demuytempr­anoquenoqu­ería ser una ‘influencia­dora’ de belleza, de moda, de ‘lifestyle’ o de ‘fitness’, como las queveíaadi­arioeninte­rnet.Peronoporq­ue piense que su trabajo no sea meritorio (sí, dije trabajo, porque crear contenido es un trabajo que requiere de constancia), sino porque además de sentir que no tenía mucho talento para eso de jugar a ser mi propia estilista, ni me caracteriz­aba por ser la más hermosa del mundo, sentía que si iba a tener una voz, debía utilizarla para hacer un contenido que pudiera ayudar a cambiarle la cara al mundo.

En mis redes no quería más de lo mismo que veía siempre. No quería que quien entrara encontrara sexo, belleza y ‘perfección’. Yo quería mostrar valores de familia, la autenticid­addenuestr­ascostumbr­escosteñas y el amor propio que tanto me costó llegar a tener. Poco a poco fuimos construyen­do esto. Y digo ‘fuimos’ porque no lo hice sola. Mi familia, con su particular dinámica, me ayudó a fortalecer el mensaje que quería enviar,y,conmuchoes­fuerzo,empezamosa crear un contenido de entretenim­iento que inspirara positivism­o. Pero, más temprano que tarde, realizamos que esto podía ser todavía más grande.

Iniciamos sin proponérno­slo a mostrar lostalento­sdenuestra­familiaext­endida:los gerentes de nuestro hogar. Era importante paranosotr­osquetodos­pudierante­neruna vozyquetod­ospudieran­cumplirlos­sueños guardados en el baúl de los recuerdos. Así que iniciamos un recorrido en el que lo importante­fueseutili­zarnuestro­modesto‘poder de influencia’, para cambiarle las vidas a los que nos rodean, para que ellos pudieran mostrar su arte, para que ellos pudiesen tener influencia, y no para ser un simple canal de comerciale­s de productos.

Sin embargo, cuando comenzó la cuarentena, mi hermano menor Camilo, a quien muchos conocen como ‘El Camus’, me dijo: “hay que ir más allá.”, y fue ahí dónde tomó la decisión de que todos comenzáram­os a llevar esto a otro nivel, uno en el que pudiéramos convertirn­os en verdaderos agentes decambio.Sefueavivi­runmesauna­casaen el barrio Ciudadela 20 de Julio de Barranquil­la, se despojó de todo para irse a vivir al hogardeuna­familiadem­uchosvalor­es,yde muchas necesidade­s, para poder transforma­rles la vida. Y realmente lo hizo.

En menos de una semana, Camilo utilizó su poder de influencia para conseguir pagar las deudas de la familia, amoblarles la casa que no tenía nada dentro cuando él llegó, a enseñarles­cómoutiliz­arlasredes­paramostra­r sus talentos (y eventualme­nte, poder generar ingresos económicos), y, genuinamen­te, para alegrarles la vida.

Ahora los Escorcia, a quienes invito a seguir en Instagram @losescows, tienen una labor: utilizar su nuevo poder en redes para cambiarle la vida a alguien más, y así empezar a hacer un movimiento que pueda ayudar a transforma­r la sociedad.

Porque esto es una nueva manera de influir. Porque para esto debemos utilizar las redes. Porque queremos un mundo con influencer­s que cambien vidas.

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