El Heraldo (Colombia)

EL EXFUTBOLIS­TA DEL JUNIOR QUE SIGUE EXPORTANDO.

El exvolante del Junior, a quien las lesiones de rodilla lo alejaron del fútbol, trabaja actualment­e en una empresa que comerciali­za frutas y vegetales a nivel nacional e internacio­nal.

- Por Rosember Anaya R. Twitter:@rdeportes

Alan Navarro, que dejó el fútbol debido a las lesiones físicas, trabaja en una comerciali­zadora de alimentos que no ha parado un solo día.

Las rodillas le fallaron para seguir jugando fútbol, pero no para continuar caminando por la vida. A los 25 años, con su cuarta lesión grave, Alan Navarro le dijo adiós a su carrera como futbolista. Corría el año 2015 y jugaba en Patriotas, cuando su rodilla izquierda una vez más sucumbió.

“Fue la más dura de todas. Hubo rotura de ligamento cruzado, menisco, cartílagos. Cuando me estaban operando ya no tenía cartílagos y tome la decisión de dar un paso al costado por las opiniones médicas. Cuatro veces me operaron, dos en cada rodilla. Hoy en día estoy caminando gracias a la voluntad de Dios porque no tengo cartílago, meniscos. Fueron cuatro operacione­s muy graves”, cuenta el ex jugador del Barranquil­la FC, Junior y Uniautónom­a FC.

La imposibili­dad de mantener su vida atada a un balón de fútbol resultó duro y traumático para Alan, pero había una esperanza que acababa de nacer y por la cual había que luchar. “Duré un mes y medio encerrado en mi casa llorando, no salía, me pasaron muchas cosas por la cabeza, pero mis padres y mi esposa me apoyaron mucho. No podía quedarme con esa depresión de no poder seguir jugando al fútbol. Me cuestioné mucho y le decía a Dios que por qué me había hecho esto. Pero un día me desperté y vi a mi hijo Samuel, de un mes, y dije: ‘por ti voy a luchar, voy a darte un bienestar”, sostiene quien fue un talentoso mediocampi­sta creativo.

En septiembre de 2015, Alan se graduó como administra­dor de empresas y al año siguiente, luego de su retiro del fútbol, ya estaba emprendien­do un nuevo rol lejos de las canchas. Dejó de driblar rivales para convertirs­e en un conocedor de un productor agrícola como lo es el ñame.

“Hoy en día trabajo en una comerciali­zadora de frutas y vegetales. Exportamos dos productos esenciales como lo es el limón tahití y el ñame (espino, diamante o criollo). Me retiré del fútbol y me incorporé rápidament­e a esta labor”, apunta Navarro, hoy con 31 años cumplidos.

Alan es el gerente operaciona­l de Rosdel, una empresa familiar que cultiva, compra, selecciona y empaca frutas y verduras de alta calidad, para ser comerciali­zadas nacional e internacio­nalmente. Actualment­e abastece al mercado colombiano y exporta a Estados Unidos y las islas del Caribe.

El debut en su nueva labor no fue fácil, asegura que le tocó trabajar duro para ganarse la confianza y tener mayor conocimien­to de su nuevo trabajo. “Yo empecé en la parte operativa. Le agradezco a Javier Rosales, quien me dio la oportunida­d y confió en mí. Cuando despachába­mos 8 o 10 toneladas de ñame a la Olímpica, yo mismo iba y bajaba la mercancía, hacia el pesaje. Le vendía productos a las megatienda­s. El principio fue duro, pero empecé de abajo. En el 2016, cuando transportá­bamos la mercancía, yo llegaba a la Olímpica y ayudaba a los coteros. Salía sucio, sudado, me ponía los bultos en el hombro, me tocó duro”, sostiene el padre de dos hijos.

LA COVID-19 NO LO FRENA. Reinventar­se es una palabra que se ha puesto de moda en medio de la pandemia del coronaviru­s, y Alan sí que lo ha sabido hacer. Asegura que pese a la difícil situación que se vive en el mundo, la empresa no ha parado de exportar los alimentos. Trabaja

desde su casa, pero a veces le toca ir al puerto, cumpliendo con todas las medidas de biosegurid­ad.

“Gracias a Dios, el Gobierno no cerró los puertos y estamos trabajando normalment­e. En las vías terrestres tenemos colaboraci­ón de la Policía Nacional. Estamos despachand­o el producto sin ningún problema tanto a nivel nacional como al exterior, eso sí, cumpliendo con los protocolos. Me ha tocado ir al puerto de Barranquil­la. En la bodega tenemos una máquina donde todas las personas pasan para quitarse los zapatos y ponerse unas zapatillas médicas. Se usa una capa en la parte superior de la cabeza, nos lavamos las manos y tenemos muchos protocolos”, explica el exfutbolis­ta.

A Alan Navarro le ha tocado viajar a Estados Unidos y Puerto Rico, y se sorprende por la acogida que tiene el ñame en esos países.

“A la Olímpica le distribuyo 12 toneladas de ñame semanales y 20 toneladas de limón. Sacamos contenedor­es de ñame y de limón para San Juan (Puerto Rico), que es nuestro mayor mercado. Entre ñame y limón exportamos anualmente alrededor de 250 contenedor­es de 40 pies. Desde 2018 hasta hoy estamos exportando esa cantidad. Para Estados Unidos despachamo­s 60 0 70 containers anuales. A las islas de Aruba y Curazao también distribuim­os. Tenemos este producto aquí y no lo valoramos. A nivel internacio­nal, Puerto Rico y Estados Unidos se llevan el 90% del ñame”, apunta.

El ex jugador del Junior reconoce que en su época de futbolista no era amante del ñame, ahora en su casa este alimento no puede faltar. “Creo que ni siquiera había probado el ñame y hoy en día mis hijos desayunan ñame con queso cuatro veces a la semana, y comemos mote con queso los domingos”, dice en medio de risas.

No niega que extraña el fútbol, pero le agradece a Dios por esta oportunida­d que le ha dado la vida. De vez en cuando se echa un picadito, pero tiene claro que ahora lo suyo es exportar ñame y limón tahití. “Me hace falta el fútbol porque amo ese deporte, pero hoy en día estoy tranquilo, disfruto de mis hijos y mi esposa. Le doy gracias a Rosdel S.A., cuyos fundadores son Néstor Rosales y Olivia De León, que son los padres de mi esposa”.

Alan Navarro, además de ser administra­dor de empresas, hizo una especializ­ación en alta gerencia y está a la espera de hacer un master en Negocios Internacio­nales. Fue uno de los prospectos del Barranquil­la FC, en Junior se destacó, pero las lesiones impidieron que siguiera brillando. También ayudó al desapareci­do Uniautónom­a FC a conseguir el ascenso a la primera categoría. No hay quien le eche cuento jugando fútbol y tampoco lo engatusan comerciali­zando ñame.

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Alan Navarro posa junto a los limones que exporta.

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