Gira musical “Sin salir de casa”
Félix Senior dedicó su tiempo a hacer más agradable la cuarentena de sus vecinos que lo esperaban cada sábado y domingo a las 6:00 p.m.
Félix Senior, un barranquillero que desde hace 13 años vive en Barcelona, España, se convirtió en mensajero de solidaridad y esperanza, a través de la música, para sus vecinos durante los meses de confinamiento en ese país. Desde el balcón de su apartamento y acompañado de su guitarra, cada sábado y domingo, interpretaba canciones con las que buscaba hacer más agradable las largas jornadas de la cuarentena. Félix, que contó con el apoyo de su esposa e hijos, le narró su historia a EL HERALDO.
Félix Senior armaba una lista de reproducción en Spotify que escuchaba “todo el día”. Se ponía los audífonos y la música sonaba mientras preparaba los alimentos, trabajaba en su computador o atendía a sus dos pequeños hijos en medio del confinamiento en Barcelona, ciudad en la que vive este barranquillero hace 13 años.
Más tarde, estudiaba los acordes en internet y tarareaba las melodías con guitarra en mano antes de imprimir las partituras que definirían su repertorio: “Tres canciones en inglés y dos en castellano... dejando las más alegres para el final”.
También practicaba los mensajes y las dedicatorias que haría antes de cada canción, porque para él, en ese momento, lo más importante en un mundo trastocado por una pandemia que en España cobró miles de vidas, era llevar un mensaje de solidaridad y esperanza.
Senior preparó una gira que, paradójicamente, no viajaba a ningún lugar. “Sin salir de casa”, como también se llamó el proyecto, fue creado para entregar un poco de su tiempo en beneficio de sus vecinos y amigos. Su objetivo fue hacer el encierro un poco más agradable.
“El Gobierno español decretó el Estado de Alarma a partir del 14 de Marzo, y por lo tanto, nos vimos obligados a permanecer confinados en nuestras casas(...) Una vecina francesa dijo que una amiga que vivía en el edificio de enfrente le había propuesto hacer una especie de integración musical entre los edificios el sábado 21. La idea era que de cada balcón se hiciera algo: el que tocara algún instrumento que saliera a tocarlo, el que quisiera bailar que baile y el que no, que ponga al menos una canción a todo volumen. Yo le dije que sí, que contaran conmigo, que me animaba a tocar un par de canciones seguro”, dice.
Senior cuenta que había visto en los noticieros que tanto artistas como personas del común sacaban sus instrumentos al balcón para amenizar el confinamiento a sus vecinos. Así que tomó la decisión de hacer lo mismo.
“Lo chistoso de la situación es que cuando llega el sábado 21 de marzo yo estaba convencido que serían cuatro o cinco números de vecinos desde diferentes balcones de los dos edificios. Resulta que yo fui el único voluntario”.
Senior señala que por esos días las cifras de contagiados y muertos estaban disparados en España y ya corría el rumor de que el confinamiento sería extendido por tiempo indefinido.
“Mi reflexión fue:‘esto va para largo, y si tu resultaste ser el único valiente que se atrevió a hacer algo, pues no pares, sigue hasta que se acabe’. Y entonces decidí tocar cada sábado y domingo a las 6:00 de la tarde. Hice un total de 15 sesiones y canté 71 canciones diferentes”, cuenta.
Félix es administrador de Empresas de profesión egresado de la Universidad Externado de Colombia. En sus épocas universitarias gastaba el dinero que le enviaban sus padres para sus sostenimiento en Bogotá en lecciones de técnica vocal con una profesora con la que estudiaba en las tardes.
“Me gusta la música desde pequeño. Aprendí piano en Barranquilla y luego yo solo empecé a tocar la guitarra en Bogotá mientras estudiaba en la universidad. Tengo la suerte de tener un grupo de rock aquí con excelentes músicos y de diferentes nacionalidades. Somos dos barranquilleros, dos catalanes y un italiano. Ensayamos mucho, y hemos actuado en diferentes partes, incluyendo Fiestas Mayores en poblaciones en las afueras de Barcelona capital”. Cada fin de semana, cuando faltaban 15 minutos para las 18 horas, Félix sacaba el micrófono, el amplificador, su guitarra y las sillas en las que se sentaban sus hijos Candela, de 11 años, Matías, de ocho y su esposa Paloma, sus coequiperos en la misión de llevar música a sus vecinos “Sin salir de casa”.
A esa hora, aparecían en las ventanas y los balcones rostros curiosos y emocionados de vecinos que alguna vez fueron desconocidos, pero con los que logró construir un lazo a través de la música en tiempos de incertidumbre.
“Descubrí que el reto que me propuse terminó siendo la mejor medicina para sobrellevar mi confinamiento. Y de paso, si conseguía animar al barrio ganábamos todos. Decidí reemplazar el tiempo que pasaba leyendo noticias negativas por la fascinante tarea de construir un banco de canciones intentando abarcar géneros diferentes con letras de esperanza y alegría. Yo me la estaba pasando genial, pues conseguí esquivar la adversidad dándole rienda suelta a una de mis pasiones silenciosas: la música”.