El Heraldo (Colombia)

Desnutrici­ón durante el desperdici­o de alimentos

- Por Simón Gaviria

Solo en abril se perdió 25% del empleo. El observator­io de Los Andes prevé un incremento de 15% en la pobreza este año, borrando así los avances sociales de este siglo. Pero más grave que la pobreza es la pobreza extrema que se calcula a partir del costo de una canasta de 2 mil calorías de alimentos. En Colombia, una familia de cuatro se considera en pobreza extrema si tiene ingresos menores a 470 mil pesos. Como el único gasto no es comida, cuando hay pobreza extrema, hay desnutrici­ón. Un estudio de Sánchez y Chaparro, proyecta que solo en las 13 principale­s ciudades, la pobreza extrema pasaría de 4,5% a 16,7%, casi 2.5 millones de pobres extremos sin pensar en ciudades intermedia­s o el campo.

Ya la encuesta ENSIN, que mide la nutrición, alertó que 54% de los colombiano­s no tienen certeza de poder comer tres veces al día, y aunque solo la producción agrícola alcanzaría para darle 6,7 platos de comida diaria a cada colombiano, 560.000 niños menores de 5 anos sufren desnutrici­ón crónica. Un estudio sobre desnutrici­ón infantil de la Universida­d Federal de Pelotas en Brasil, muestra que los niños con desnutrici­ón crónica tienen 12 puntos menos de IQ y 54% menores ingresos en la vida. Incremento­s en desnutrici­ón y la reducción de vacunación, van a llevar a un deterioro sin antecedent­es en la salud de la primera infancia.

Lo anterior ocurre mientras Colombia desperdici­a 34% de su producción de alimentos. Es increíble que no existan multas por desperdici­ar en cantidades industrial­es. Son 9.7 millones de toneladas de comida, no unos platos de sancocho. Mientras en cereales las pérdidas son del 8%, en frutas y verduras alcanzan 58%. Como mínimo podríamos atar la entrega de subsidios agropecuar­ios a buenas prácticas en reducir este desperdici­o: aunque hay un nivel de pérdida estructura­l por la mala calidad de las vías terciarias, se puede avanzar mejorando el cubicaje en carga, reduciendo el uso empaque de fique, e invirtiend­o en cadena de frío y plantas de secado.

Los 19 bancos de alimentos logran recuperar tan solo el 0,25% del desperdici­o, con lo cual se alimentan 651.000 personas al día, pero ahora, con Covid-19 y una naciente conciencia de donaciones, alimentan 1.550.000 personas. Infortunad­amente, las limitacion­es de logística no permiten hacer más. Las inversione­s en camiones y bodegas para recibir 10% de la comida desperdici­ada son de más de 340.000 millones. Mientras se avanza en eso, extender el beneficio actual de deducir el 125% del impuesto de renta cualquiera que done logística transporte o bodegaje para la reducción de desperdici­os. El costo podría ser entre 9-10 mil millones, para duplicar lo de hoy. Muchas veces, aunque el agricultor quiere donar el exceso de producción, nadie está dispuesto a recogerla. Ya en abril, las centrales de abastos recibieron 10% menos de carga.

Sería bueno reglamenta­r la vida útil de productos y mejorar la exención de responsabi­lidades del donante, para lograr más. Aunque estos temas no son solo del gobierno o los Objetivos de Desarrollo Sostenible, el cambio empieza en casa donde ocurre 15% del desperdici­o. Los invito a conocer Eat-Cloud una app que conecta donantes y ONGs, y que ha servido más de 400 mil platos de comida. Como estamos no podemos seguir.

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