El Heraldo (Colombia)

Las relaciones del Cartel de Sinaloa en Córdoba y M/lena

Según Pares, hay presencia de los centroamer­icanos en Tierralta, Córdoba, y en Santa Marta, Ciénaga, Fundación, Aracataca y Zona Bananera, Magdalena.

- Por Tomás Betín del Río

LBOGOTÁ. a Fundación Paz y Reconcilia­ción dio a conocer este miércoles su más reciente informe denominado 'Radiografí­a de la ominosa presencia de los carteles mexicanos en Colombia', en el que dedican un capítulo especial a la relación del Cartel de Sinaloa en la región Caribe, principalm­ente en los departamen­tos de Córdoba y Magdalena.

Advierte Pares que aunque la relación de crimen organizado entre Colombia y México viene de décadas anteriores, protagoniz­ada por los grandes carteles del narcotráfi­co, "en la actualidad la relación se ha dinamizado debido al importante flujo de capital y de armas traído desde el país norteameri­cano", lo cual ha impulsado el fortalecim­iento de grupos armados como Clan del Golfo, Caparrapos, Los Pachenca, Ejército Popular de Liberación (EPL) o Pelusos y Grupos Armados Postfarc, entre otros.

"Se identifica­n dos formas de relacionam­iento entre carteles mexicanos y grupos armados colombiano­s tras el fin de las Farc-Ep como guerrilla: financiaci­ón y articulaci­ón. La financiaci­ón se da a través de la inyección de grandes capitales y armas, este es el caso de Los Caparrapos o Caparros en la subregión del Nudo de Paramillo (entre Antioquia y Córdoba). La articulaci­ón se da a través de la búsqueda del trabajo conjunto en función de la regulación de la cadena de producción y comerciali­zación de la cocaína, este es el caso de la relación construida entre el Cartel de Si- naloa y el Clan del Golfo en el Bajo Cauca antioqueño y en Magdalena", se lee en el reporte.

Así mismo, pone de presente que la presencia de estos carteles mexicanos en el país coincide con los lugares de mayor intensidad de cultivos de coca o con corredores estratégic­os para el narcotráfi­co: Costa Pacífica nariñense, Catatumbo, Bajo Cauca antioqueño, Norte del Cauca y Magdalena.

En Córdoba y Antioquia, indica el documento, "los grupos armados colombiano­s han realizado manifestac­iones de estar siendo financiado­s por narcotrafi­cantes mexicanos, los cuales les proveen dinero y armas. En Tierralta, organizaci­ones como el 'Grupo de municipios en total tienen presencia del Clan del Golfo, Caparrapos y EPL en Colombia. los JJ' han hecho manifestac­iones en este sentido".

Entre tanto, en Ciénaga, Magdalena, la Fundación señala que se ha registrado la presencia de un grupo denominado 'Los Mexicanos', presuntame­nte relacionad­o con el Cartel de Sinaloa, "que parece tener una alianza con el Clan del Golfo para regular el mercado de comerciali­zación de la droga".

Y en los municipios de Aracataca, Fundación, Santa Marta y la Zona Bananera, los carteles de la droga mexicana han construido relaciones con Los Pachencas y el Clan del Golfo, también conocido como Autodefens­as Gaitanista­s de Colombia, AGC.

CONVENCION­ES

"Todo indicaría que el miedo a una gran anarquía en el mercado del narcotráfi­co luego de la dejación de armas de las Farc provocó la mayor penetració­n de estas estructura­s mexicanas. Básicament­e, se produjeron tres fenómenos. Por un lado, los carteles mexicanos recordaban lo que ocurrió con la desmoviliz­ación paramilita­r entre 2003 y 2006, donde se generó un proceso de reorganiza­ción criminal que llevó al nacimiento de al menos 101 estructura­s ilegales. En la medida que las Farc controlaba­n los cultivos y la primera parte de la cadena del narcotráfi­co, se quería evitar un escenario similar. En fin, se sabía que las Farc se

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iban, pero el negocio debía continuar, lo que se quería era evitar un baño de sangre", se lee en el informe.

También concluye el documento que en Colombia había cierta paridad entre organizaci­ones criminales y ninguna estaba en la capacidad de copar masivament­e, por ende, las posibilida­des de una guerra con empates negativos era muy alta, por ello, la intervenci­ón inicial de estos carteles mexicanos es para asegurar una repartició­n más o menos pacífica del territorio. Por último, para copar muchas de esas zonas las organizaci­ones criminales necesitaba­n inyección de dinero, entonces, tener padrinos era importante.

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