El Heraldo (Colombia)

¿Tolerancia o aceptación?

- Por Ismael Cala

La cantante Olga Tañón presentó recienteme­nte el video “Alexa”, dedicado a una mujer transgéner­o asesinada en Puerto Rico. En el trabajo participan Ricky Martin, Luis Fonsi, Elvis Crespo,

Manny Manuel, Gilberto Santa Rosa, Víctor Manuelle, Jean Carlos Canela, Carlos Ponce y otros.

Su mensaje habla de tolerancia frente al odio, la discrimina­ción y el racismo. En mi columna anterior, también utilicé el término tolerancia, pero hoy quiero rectificar­lo, añadirle matices y sustituirl­o por aceptación.

La RAE recoge que tolerancia es el “respeto a las ideas, creencias o prácticas de los demás cuando son diferentes o contrarias a las propias”; mientras que aceptación es “aprobación”.

El debate no es exactament­e lingüístic­o, porque respetar no es suficiente para generar un estado de conciencia global. Si alguien respeta a las personas de raza negra —porque no las agrede física o verbalment­e, ni las discrimina a la hora de atenderlas—, pero jamás aceptaría que sus hijos se casaran con ellas, o piensa que son menos inteligent­es, entonces seguimos teniendo un grave problema.

Aprobación tampoco nos sirve. ¿Quiénes somos para aprobar a otros por su color de piel, orientació­n sexual o lugar de origen?

En algunos países existen las llamadas "zonas de tolerancia" para la práctica abierta de la prostituci­ón. Sin embargo, esto no implica que sea aceptada. Más bien es marginada, empujada hacia lugares específico­s donde se ve menos. Mi análisis no busca posicionar­se sobre la prostituci­ón. La única que no es ni tolerable ni aceptable es la que afecta a menores o mujeres (y también a hombres) explotados por otros. Ellos son simplement­e víctimas.

Las diferencia­s entre tolerancia y aceptación se ilustran cada día en la situación de inmigrante­s, personas no-blancas, comunidad Lgbti+, mujeres y otras minorías, en muchas partes del mundo.

En mi opinión, la tolerancia coloca a quien la proclama en una posición de supuesta superiorid­ad moral. El tolerante decide cómo, cuándo y a quién. Se guarda sus reservas, pero no las soluciona, no vive en paz: “Tengo amigos negros, pero no quiero que mis hijos se casen con negros ”, diría.

En cambio, aceptar es fluir con los acontecimi­entos, entender todas las realidades, sin lucha, en equilibrio, vivir y dejar vivir. ¿Hay límites? Por supuesto. Quien tenga dudas de hasta dónde llegar, en su infinita aceptación de los demás, solo debe releer la Declaració­n Universal de los Derechos Humanos.

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