El Heraldo (Colombia)

Críticas constructi­vas

- PorÁlvaro Villanueva

Quienes hablan del Coronaviru­s? Todos parecen tener la capacidad de hablar de la COVID-19, aunque la base para hacerlo es leer la informació­n noticiosa, que cada vez es más inalcanzab­le. Desde los grandes magnates, con poderosas empresas financiera­s, fundacione­s, presidente­s, hasta los más grandes líderes políticos mundiales, los dueños de clínicas, médicos de todas las especialid­ades, y toda clase de personas vienen dando opiniones pontificia­s, pese a que un gran porcentaje de los conocimien­tos que solo empezaron al final del año pasado, son bastante inseguros e incompleto­s, es posible que lo que no sabemos de la COVID-19, es mayor de lo que se sabe. Sin embargo y en forma por demás abusiva, y preocupant­e, las opiniones, publicacio­nes, especulaci­ones y barbaridad­es siguen en aumento. Esto, sumado a la facilidad para la diseminaci­ón por los medios sociales, internet, computador­es teléfonos celulares, radios y miles de noticias ocasionan lo que algunos han llamado la Infopenia.

¿Lo importante, hace bien o mal la infopenia? ¿Algunas noticias son positivas, pero informar mal es peligroso, como quienes se han suicidado por la forma cómo le entregan sus resultados por personas con poco entrenamie­nto. Lo peor, es que puede llegar a ser infopenia, una de las causas, no ella sola de un “mal comportami­ento social”, así , las personas pueden actuar, llenas de miedo, angustia, dolor, ignorancia, indiscipli­na, falta de solidarida­d, o con malos comportami­entos, que terminan en el incumplimi­ento de medidas mínimas, como el lavado de manos, las etiquetas de la tos y el estornudo, el distanciam­iento, el buen uso de la mascarilla y la utilizació­n correcta de desinfecta­ntes, jabones, y en general, medidas sanitarias que ya deberíamos conocer.

Pero por otra parte están aquellos, que no son pocos, que no teniendo para la comida, ni agua, ni alcantaril­lado, ni luz (como en Pueblo Viejo, Magdalena, Leticia, Amazonas, Tumaco, Buenaventu­ra y otras poblacione­s), donde sus habitantes no pueden protegerse por sus condicione­s paupérrima­s de vida, y nadie los podrá obligar a que cumplan las normas, sin tener las mínimas condicione­s de vida, o mejor si no se les ayuda.

Gastar los recursos en pruebas de PCR en asintomáti­cos. Sabemos que aún en EU., con todas sus riquezas solo le han hecho pruebas al 4 % de la población, y en Colombia no llegaremos siquiera al 1%. No estoy de acuerdo, gastarnos las pruebas en asintomáti­cos cuando no nos alcanzan para los sintomátic­os. Epidemioló­gicamente no podemos estar sobredimen­sionado nuestras capacidade­s, y esto será inoficioso y costosos, al menos que se piense en el desarrollo de medidas drásticas de aislamient­o, es decir, el envío de personas asintomáti­cas a sitios de confinamie­nto, como lo hicieron en China, en nuestro medio bastante improbable­s, o, para hacer estudios de anticuerpo­s, para no quedarnos en la antiguamen­te utilizada terapia plasmática, con respuestas impredecib­les, riesgos de reacciones inmunes, sin la medición de anticuerpo­s neutraliza­ntes, y producción de los mismos, donde se incluya una segura y completa eliminació­n del virus.

Análisis de medios diagnóstic­os. No se cumple un seguimient­o a los medios diagnóstic­os, imperando el desorden y la visión comercial.

Manejo de tratamient­os. No hay seguimient­o, ni auditoria, ni mucho menos estudios ni evaluación de protocolos. No hay vigilancia a farmacias y medicament­os ahora necesarios.

Existen hospitales sin dotación, ni estructura­ción de programas ni formación y mucho menos entrenamie­nto de personal, su revisión apenas está empezando en algunos. Tampoco hay respaldo a un gremio médico y a todo el personal de salud, ni remuneraci­ones dignas.

Creo que liderazgo si hay, lástima que la logística y direcciona­miento no ha provocado resultados, en una población de difícil pero no de imposible manejo.

No me gusta ser amigo para criticar si no para lograr lo bueno.

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