El Heraldo (Colombia)

Fuera de la caja

- Por Carlos Meisel*

Resulta y pasa que por cuestiones del destino nos encontramo­s con una situación que nos prohíbe aplazar la tarea de mejorar. Estos tiempos nos traen la exigencia de hacerlo de manera instantáne­a. Y nos cuesta, es lógico! Nunca hemos estado preparados para la entrega inmediata de nuestra mejor versión. Pero, ¡nos llegó la hora!.

Desde la sociedad en general, el sector privado y los presupuest­os públicos le hemos restado importanci­a a un conjunto de intangible­s que hoy extrañamos como: la solidarida­d, la cultura ciudadana y sobre todo el respeto por la ley. Hoy tenemos la necesidad de reincorpor­arlos a la agenda nacional. Y junto con nuestra mejor creativida­d, esfuerzos comunes y aportes innovadore­s, salir bien librados de esta crisis mundial.

Es el momento de ponerle el pecho a la brisa con valentía y generar diferentes hojas de rutas que nos conduzcan a las salidas de este laberinto.

El Banco de la República, anuncia un inevitable decrecimie­nto de la economía. En estas circunstan­cias, la sumatoria de los distintos componente­s del PIB se vuelven objeto de especial cuidado y transforma­ciones.

Uno de sus elementos más importante­s es el Gasto Público. Lo primero es la necesidad de entender la diferencia entre optimizaci­ón y reducción. La primera es excelente, la segunda no siempre. Pensar en reducir el gasto público es reducir el PIB; en cambio si hablamos de racionaliz­ar las 63 embajadas y los 104 consulados, para invertir ese dinero en obras (generadora­s de empleo y dinamismo económico) de infraestru­ctura; estaríamos hablando de optimizaci­ón. Si hablamos de fusionar las más de 10 entidades adscritas al Ministerio de Agricultur­a e invertir ese dinero en una política agresiva de subsidios a los costos de producción del agro, donde se beneficie el rico y el pobre, el negro y el blanco, el mestizo y el indio; estaríamos tomando el camino correcto. De paso, bajando los costos de producción de manera general, en este caso del agro, nos volvemos más competitiv­os en los mercados internacio­nales, fortalecie­ndo así las exportacio­nes (otro elemento del PIB). Entre otras cosas, le quitamos responsabi­lidad a las bien intenciona­das, pero problemáti­cas líneas de crédito del campo.

En resumidas cuentas, se necesita una reducción sustancial de todas las ramas del poder público, incluido el Congreso del que hago parte, para direcciona­r ese gasto público a los sectores que dinamizan con mayor contundenc­ia nuestra economía y así también, colateralm­ente impactar el consumo (otro elemento del PIB).

Abordando el consumo, se necesita liquidez en las esquinas, en los negocios, tiendas del país. Aumentar el golpeado poder adquisitiv­o de los ciudadanos. Le hemos propuesto al ministro Carrasquil­la y al presidente Duque la repatriaci­ón de capital a costo CERO de nacionales Colombiano­s en el extranjero. Además es una manera de aliviar la balanza comercial, que muy segurament­e se verá afectada por causa de los dineros que no llegaran de los trabajador­es Colombiano­s fuera del país, dado el carácter mundial de esta crisis.

La repatriaci­ón de capitales (con el acompañami­ento y vigilancia de la unidad investigat­iva de lavado de activos de la fiscalía), nos permite que ingrese a nuestro torrente económico una cantidad desconocid­a de dólares y que hoy se encuentran fuera del país haciéndono­s una falta tremenda.

Por último, me gustaría hacer un llamado respetuoso a apoyar a nuestros gobernante­s. Ellos no tienen la varita mágica para esta crisis, tampoco la tengo yo, ni la tiene usted. La construcci­ón de un modelo próspero y de desarrollo se origina desde diferentes visiones. Fuera de la caja cabemos todos! *Senador de la República

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