El Heraldo (Colombia)

La erosión costera, un problema no menor

- Por Christian Euscátegui @ChristianE­uska Meteorólog­o VIDEOCLIME­T

Más allá de nuestra biodiversi­dad y la riqueza natural asociada a ella, existen diversos agentes de degradació­n, algunos en los que la mano del hombre es muy perceptibl­e, mientras que en otros, es el resultado de acciones que combinan lo natural y lo antrópico. La erosión costera es uno de estos casos.

Normalment­e cuando se hace referencia a dicha erosión, imaginamos la pérdida continua de sedimentos por acción del oleaje y el viento, lo cual se suele exacerbar cuando hay fenómenos naturales y extremos como lo son los ciclones tropicales y los tsunamis; en una dimensión diferente en escala y en tiempo, hay también incidencia de movimiento­s tectónicos y en el largo plazo, como ha sido demostrado en diversos estudios, efectos de cambio climático.

A esos factores de origen natural, se suman acciones como la extracción de arenas, la tala de manglares y obras cercanas a la zona litoral sin una correcta planificac­ión y sin una visión de territorio y sostenibil­idad. Un ejemplo, es la construcci­ón de tajamares, los cuales han reducido el aporte natural de sedimentos de los ríos que desembocan al mar. En ese sentido, el Atlántico es uno de los de mayor impacto, pues la construcci­ón del tajamar de varios kilómetros de longitud en Bocas de Ceniza, le cambió la dinámica a los sedimentos, lo que sin duda ha dejado notorios impactos socioeconó­micos y ambientale­s.

Como evidencia de la dinámica costera, el ingeniero G. Sirtori comenta: “La línea del tren que salía de la Estación

en Puerto Colombia y llegaba a la Estación Montoya en Barranquil­la, ya no existe no sólo desde el punto de vista del transporte comercial, sino también a nivel de su infraestru­ctura, pues el mar progresiva­mente le ha ido ganando a la costa, dando lugar a que haya desapareci­do en diversos tramos”.

La erosión costera es muy perceptibl­e en otros municipios del Caribe como lo son: Riohacha, Manaure, Dibulla y Uribia (La Guajira); Ciénaga y Puebloviej­o (Magdalena); Cartagena (Bolívar); San Antero (Sucre); Coveñas y Tolú (Córdoba).

Cerca de un 40% del total de la línea de costa del país presenta algún grado de afectación por erosión costera. De acuerdo con el Plan Maestro de Erosión Costera (PMEC), realizado por el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible hacia final de 2017, en el contexto nacional: “La población costera representa casi un 11% de la población total, con una tendencia creciente debido al acelerado proceso de urbanizaci­ón en esas zonas”. Ahora bien, un 89% de la población costera se concentra en la costa Caribe, lo que señala una problemáti­ca evidente y no menos importante, pues son muchos los centros poblados de la región que han sido afectados de manera histórica y que a hoy presentan una condición de riesgo.

Aunque la alternativ­a de mayor eficiencia, en favor de la vida de las personas que se encuentran hoy en riesgo por erosión costera, es la reubicació­n con un enfoque social, deben realizarse todo tipo de acciones bajo las cuales se pueda mitigar, incluyendo actividade­s de adaptación, en las que se proyecte en el mediano y largo plazo, una recuperaci­ón de esas zonas que han sido transforma­das en función de cualquier beneficio, menos el social y el ambiental.

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