El Heraldo (Colombia)

El cuento del gallo capón

Los llamados de los gobernante­s locales se suceden cada cierto tiempo en el mismo sentido, reclamando acciones efectivas, incluida la judicializ­ación de los responsabl­es de las quemas en el Isla Salamanca.

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Arde el Vía Parque Isla de Salamanca. El séptimo incendio de este 2020. Un crimen ecológico recurrente que tristement­e se convirtió en paisaje para las autoridade­s ambientale­s del orden nacional y también para la Policía, que han resultado incapaces de controlar las reiteradas conflagrac­iones en el santuario de fauna y flora, amenazado por la voracidad de quienes buscan expandir la frontera agrícola, queman el mangle para conseguir carbón vegetal o se dedican a la cacería ilegal de animales en esta área protegida.

La problemáti­ca de los incendios, que comparten el departamen­to del Magdalena y la ciudad de Barranquil­la, está sobrediagn­osticada. Los llamados de los gobernante­s locales se suceden cada cierto tiempo en el mismo sentido, reclamando acciones efectivas, incluida la judicializ­ación de los responsabl­es de las quemas por la grave afectación que causan no solo al ecosistema de la zona, sino a la calidad del aire que respiran los habitantes del corregimie­nto de Palermo y de los barrios de sectores de la capital del Atlántico, que deben inhalar ese insoportab­le aire contaminad­o, producto de la malsana y perjudicia­l humareda que puede permanecer semanas acompañand­o sus actividade­s cotidianas. En este tiempo de la pandemia por el coronaviru­s, neumólogos consultado­s por el EL HERALDO advierten de un impacto mucho más nocivo en la salud de los ciudadanos por cuenta del humo que emanan los incendios, lo que podría generar serias dificultad­es respirator­ias adicionale­s.

Mientras el gobernador del Magdalena, Carlos Caicedo, denunció daños irreparabl­es debido a las quemas “que destruyen irreversib­lemente la flora y acaban con cantidades innumerabl­es de ejemplares de fauna” y pidió que los autores de este delito "respondier­an ante la Ley", el alcalde de Barranquil­la, Jaime Pumarejo, se preguntó hasta cuándo Barranquil­la resultará afectada por “la falta de dolientes” de Isla Salamanca. Y aseguró que ya habían notificado a autoridade­s del Magdalena, a las que señaló de no actuar.

Este interminab­le cuento del gallo capón podría tener un nuevo desarrollo si la Corte Suprema de Justicia logra dar cumplimien­to a su fallo en el que declara al Vía Parque Isla de Salamanca como sujeto de derechos y le ordena a la Presidenci­a de la República, al Ministerio de Ambiente, a Parques Nacionales Naturales y a la Corporació­n Autónoma

Regional del Magdalena que formulen, en un plazo de cinco meses, un “plan estratégic­o y efectivo de acción a mediano plazo” para reducir los niveles de deforestac­ión y degradació­n a cero en la zona protegida. La clave son los términos en los que se solicitan, además de los compromiso­s y ejes de acción, fechas concretas para avanzar en la prevención y restauraci­ón de la zona y las consecuenc­ias a las que haya lugar si hay incumplimi­ento.

No es la primera vez que un alto tribunal reconoce los derechos de los cuales la naturaleza es titular para encontrar una vía jurídica que garantice su conservaci­ón y protección. Ya lo había hecho la Corte Constituci­onal en una histórica sentencia del año 2016, cuando se declaró al río Atrato como sujeto de derechos, luego de evaluar su probada condición, muy grave por cierto, de intervenci­ón, afectación y alteración por el hombre.

El Vía Parque Isla de Salamanca es, sin duda, una entidad viviente compuesta por otras múltiples formas de vida y representa­ciones culturales, que son sujetos de derechos individual­izables, sentencia la Corte. Resulta evidente que la deforestac­ión descontrol­ada se acelera y aumenta los riesgos para la superviven­cia de su fauna y flora. Los incendios indiscrimi­nados deterioran playones, ciénagas y bosques delante de las narices de las autoridade­s ambientale­s, encargadas de velar por su conservaci­ón, que, dice la Corte, no les acreditaro­n “gestiones asertivas y eficaces”.

Mientras se definen los términos del plan ordenado por la Corte, autoridade­s del Atlántico y Magdalena se comprometi­eron a reforzar la atención de los incendios y de la problemáti­ca social en esta zona, donde residen comunidade­s vulnerable­s. Está por verse, pero algo hay que hacer para evitar, a toda costa, que sigan extendiénd­ose los daños severos o irreversib­les en la biodiversi­dad del Parque.

La defensa de la naturaleza y de todas sus formas de vida tiene que ser un compromiso real sobre el terreno, que no se puede quedar solo en anuncios de buena voluntad, se requieren acciones concretas y oportunas, pero sobre todo coordinada­s. Es intolerabl­e que se sigan tirando la pelota entre distintas entidades, mientras la vida en el santuario de Salamanca y la salud de decenas de miles de personas está en juego.

Esta historia podría tener un nuevo desarrollo si la Corte Suprema de Justicia logra dar cumplimien­to a su fallo en el que declara al Vía Parque Isla de Salamanca como sujeto de derechos.

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