Biopsicosocial
Amediados de mil ochocientos, José de Letamendi y Manjarrés, médico y poeta catalán, lanzó una frase que me enseñaron bien temprano en mi facultad de medicina en la Universidad del Cauca: “El médico que sólo sabe medicina, ni medicina sabe”, porque el paciente tiene un perimundo que le influye de muchas maneras, y es necesario conocerlo para entender cómo le afecta. En el transcurso de mi entrenamiento me enseñaron una forma de ver al paciente desde una mirada múltiple que cubre todos sus dominios: “El humano es un ser biológico, psicológico y social”.
Este modelo holista abarca las necesidades de salud física, emocional, cognitiva, inconsciente, social, de las personas; propone que los factores psicológicos, sociales y culturales pueden actuar como protectores o hacernos vulnerables a la enfermedad. Es el enfoque que se ha enseñado en las facultades de medicina de Colombia, país extremadamente complejo que exige del médico un enfoque de este tipo para abordar a sus pacientes de manera exitosa. Tiene sus diferencias atender a un paciente del Pacífico y uno de los Santanderes.
Lo sucedido este 19 de junio, cuando muchas personas salieron desaforadas a comprar cosas no esenciales, estando la curva de contagios y muertes por el COVID -19 en plena subida, hace que nos preguntemos las razones para tamaña incoherencia; con el agravante de culpar de su seguro contagio y probable muerte a los que asistieron en masa.
La Medicina del Comportamiento, establecida a mediados de los 70, demuestra que no es cierto, ya que se está analizando la consecuencia y no la causa, se están viendo los síntomas y no la enfermedad; por tanto, el tratamiento será errado. La etiología de ese comportamiento irracional que se observó de estampida de ovejas yendo al matadero, está demostrado a nivel mundial, radica en una manipulación a través de los medios para crear en las personas necesidades que no tienen –“el norte también existe”- y que, por el contrario, deterioran su economía.
Colombia es el laboratorio perfecto para estudiar cómo nuestras emociones individuales y sociales crean comportamientos incongruentes del tipo “el COVID-19 no existe, voy por mi tv de 60 pulgadas”. La negación de la enfermedad es un camino para dejar de ser pobre o “espantajopo” por unos instantes.
Todos los médicos del país sabíamos lo que iba a pasar, el ministro de salud sabía lo que iba a pasar, el ciudadano común sabía lo que iba a pasar, y pasó, y las consecuencias son inconmensurables, la curva de contagios y muertes seguirá subiendo.
La Medicina Basada en la Evidencia demuestra que, si se repiten las condiciones en un suceso negativo, el resultado es siempre peor. Por tanto, el médico al frente del ministerio de salud debe oponerse a la realización de jornadas parecidas a las de ese día fatídico, porque será una catástrofe que colapsará el sistema sanitario colombiano.