El Heraldo (Colombia)

La lucha de una familia de Galapa contra la COVID-19

La mamá y la esposa de Yin Polo Orellano, de 39 años, narran el drama que él vivió en Galapa En la familia hay otros cinco contagiado­s, uno de ellos está hospitaIiz­ado.

- Por Alix López @alixlopezv­argas

A pesar de las precarieda­des y esfuerzos con que Cecilia Orellano De la Hoz le ha tocado enfrentar la vida, jamás había sufrido un trance tan doloroso como el que está padeciendo en estos momentos a causa del coronaviru­s.

El 9 de junio pasado Yin Polo Orellano, 39 años, el quinto de sus siete hijos, murió víctima del patógeno; y como denuncia la familia, sin recibir algún tipo de asistencia médica en el Hospital de Galapa a donde fue llevado.

Seis días después, cuando Cecilia aún no se sobreponía de la pena por lo de Yin, otro de sus hijos, Yianco, de 44 años, ingresó por urgencias a la Clínica La Merced en Barranquil­la, también acosado por la pandemia. Estuvo en UCI y sigue hospitaliz­ado.

Pero el drama para esta humilde mujer galapera, de 66 años, no termina aquí. El temible COVID -19 también se ensañó contra ella y la infectó, e igualmente sucedió con la esposa de Yin, Marelvis Blanco, quien está a punto de parir un tercer hijo.

El virus atacó igualmente a dos nietos de Cecilia, de 20 y 4 años. Todo este núcleo familiar reside en una misma vivienda del barrio Villa Esperanza en Galapa.

La madre de Yin recuerda los últimos días de este, cuando suplicaba le pusieran en la cabeza toallas empapadas en agua helada, buscando calmar el intenso dolor que no lo dejaba en paz.

A su vez Marelvis, la ahora viuda, trae a la memoria la fecha en que a su marido lo sorprendie­ron los primeros síntomas.

“El 28 de mayo le empezaron calenturas, que luego pasaron a ser fiebres de 40 grados. Todo esto acompañado de fuertes dolores de cabeza”.

La familia fue consciente de inmediato que podrían estar ante un caso de COVID-19, y aislaron a Yin en el último cuarto de la casa.

El 2 de junio decidió ir al Hospital de Galapa a que le practicaro­n la prueba. Cinco días más tarde, el 7 de junio, le confirmaro­n vía celular lo que todos en casa temían: positivo para coronaviru­s.

AISLADOS Y ABANDONADO­S. Al día siguiente una comisión de la Secretaría de

Salud de Galapa los visitó para practicarl­es la prueba nasal. Arrojó afirmativo para los ya mencionado­s.

A partir de ahí comienza el descontent­o y reclamo de Cecilia Orellano, que asegura fueron abandonado­s y desatendid­os, dejados a su suerte por el sistema de Salud del municipio de Galapa.

“No regresaron nunca a ver si seguíamos vivos, si necesitába­mos medicament­os, si cumplíamos el aislamient­o. Solo nos dijeron, ‘aíslense’. Como quien dice, ‘sálvese quien pueda’”, narra por su parte Marelvis.

Entre tanto la salud de Yin seguía deteriorán­dose, por lo que acudieron a un médico particular que le recetó fármacos contra la fiebre y los dolores en el cuerpo.

La fórmula le costó a la mujer $135 mil, que sacó de su salario como empleada de servicios generales en el colegio Santa Teresita del barrio La Nieves.

El martes 9 de junio, a las 3 de la madrugada, Yin tocó angustiado la puerta del cuarto de su esposa. “Tenía diarrea y se veía de muy mal semblante”, afirma Marelvis. “Encima sudaba mucho y respiraba con dificultad. Yo le insistí para llevarlo al Hospital, pero me dijo: ‘Esperemos, esto me pasará pronto’”, recuerda la mujer de 37 años.

LA AGONíA DE YIN. Dos horas después Cecilia dice que lo escuchó hablar incoherenc­ias.

Marelvis regresó a la habitación, lo sacó al patio y lo sentó en una mecedora. Le pidió a su cuñado Yianco la ayudara a vestirlo para trasladarl­o al Hospital de Galapa.

“Te amo mi amor, de esta vamos a salir, no te preocupes”, le dijo Yin a Marelvis a eso de las 7 de la mañana, cuando partían rumbo al centro asistencia­l. Pero a medida que pasaban los minutos el aire comenzó a escasearle al hombre.

Sus hermanos que lo ingresaron al hospital aún recuerdan su último lamento desesperad­o. “¡Me ahogo, me ahogo, no me dejen morir, no me dejen morir!”, repetía con el poco oxígeno que le quedaba en los pulmones.

A las 9:50 de la mañana de ese mismo día una enfermera llamó a Marelvis desde el celular de Yin, y le dio la amarga noticia: “Su esposo entró en código azul y acaba de fallecer”, sentenció sin más detalles.

Marelvis ‘quedó helada’, asegura que sintió un escalofrío que le recorrió todo el cuerpo.

Enseguida le avisó a los cuñados, uno de los cuales entró al hospital. “Yin no tenía ni una mascarilla de oxígeno, que es lo mínimo que ponen en las urgencias, no le hicieron nada”, asegura la viuda, quebrada en llanto por primera vez desde que inició diálogo con EL HERALDO.

Cecilia reclama que no ha recibido la ayuda humanitari­a de alimentos que la Alcaldía de Galapa viene suministra­ndo.

Afirma además que la Secretaría de Salud del municipio tampoco se ha preocupado por desinfecta­rles la vivienda.

“Ella (Marelvis) está a punto de parir, acá somos cuatro contagiado­s, pero no hemos recibido una sola llamada de la Alcaldía. Gracias a Dios nos ayudan mis otros hijos y los vecinos, porque no podemos salir de la casa”, dice Cecilia con un dejo de tristeza.

Yin Polo De la Hoz laboraba como cobradiari­o en Sabanalarg­a, pero desde marzo cuando comenzó la pandemia dejó de trabajar.

“Él era el sostén de la casa con su hermano Yianco”, agrega la mamá de ambos.

La señora y los otros contagiado­s siguen aislados en su propia casa.

“Permanezco encerrada en mi cuarto, pero alcanzo a escuchar a mi nieta de 4 años cuando llama a su papá Yin”.

-¿En dónde está mi papi?, pregunta.

-En el cielo, le responde Marelvis.

-Entonces voy a subir al cielo para traerlo, dice la niña en su ingenuidad infantil.

“Esta prueba es dura, es terrible, pero Dios me está sacando de esto, igual que a mi hijo Yianco”, añade en medio de un llanto desconsola­do Cecilia Orellano De la Hoz, una mujer que ha batallado duro en la vida, trabajando en casas de familia y como aseadora en colegios desde que su esposo la abandonó con siete hijos a cuestas.

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Cecilia Orellano junto a cinco de sus siete hijos. Yin, el de la gorra blanca.
 ??  ?? Yin Polo Orellano, fallecido, y Marelvis Blanco.
Yin Polo Orellano, fallecido, y Marelvis Blanco.
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Cecilia Orelllano enseña la foto de su hijo Yin Polo.

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