Un “poco” de polvo del Sahara
Apartir de las múltiples funcionalidades de las imágenes satelitales del GOES-16, hace unos días se empezó a notar claramente una espesa masa de polvo del desierto del Sahara que viajaba hacia el oeste a través del océano Atlántico.
Las animaciones de esas fotografías mostraban desde el martes 16 de junio de el potencial que podría tener, llegando a establecer una inusual columna de polvo espeso de alrededor de 6.000 km de largo, reconociéndose en el ámbito internacional como uno de los eventos más fuertes de las últimas décadas.
Ante ello, diversos centros internacionales de monitoreo meteorológico hicieron constante seguimiento a su evolución. Así mismo, se empezó a establecer a través de modelos la probable trayectoria del material particulado fino producto del fenómeno y la posible intensidad con que podría llegar a uno u otro territorio del Caribe.
De esta forma, pudimos ver cómo se proyectaba una probable incidencia sobre el país, especialmente para la zona norte de la región Caribe y la zona insular. No obstante contar con información dispuesta en portales especializados, que nos permiten conocer lo que muchos otros centros meteorológicos advirtieron en su momento, estuvimos en Colombia “distantes” en tiempo y en espacio; solo vinimos a hablar del tema hace unos pocos días, lo que nos deja una lección aprendida, pues se suele pensar que este tipo de fenómenos toman más un rumbo noroeste, sin una implicación directa.
Y claro, no podemos pensar que en Colombia el fenómeno puede ser tan impactante como en otras zonas del Caribe, pero hemos constatado a través de material audiovisual, su incidencia en diversas áreas especialmente del centro y norte de los departamentos andinos y naturalmente en amplios sectores de la región Caribe y San Andrés, con reportes de bruma y polvo en sí mismo, particularmente entre el martes 23 y jueves 25 de junio.
En principio, es importante señalar que no es un fenómeno atípico, pues año tras año suelen presentarse diferencias de presión que conllevan a fuertes vientos en el continente africano, lo que se traduce en tormentas de arena que levantan millones de partículas de ese polvo. Es un fenómeno que se suele presentar desde mayo hasta comienzos de octubre aproximadamente, con una recurrencia entre cada tres y cinco días. Esa masa de aire seco y polvoriento, conocida como la Capa de Aire Sahariana (SAL), se desplaza desde el continente africano hacia el oeste por acción de los vientos alisios.
En relación con sus efectos, cuando se combinan con otro tipo de contaminantes, como el reciente incendio de la cobertura vegetal en la Isla Salamanca, incrementan la posibilidad de tener una mala calidad del aire. Así mismo, pueden contribuir a la ocurrencia de alergias y posibles desmejoras en la salud visual. Sin embargo, no todo es negativo, pues en su “viaje” fertilizan el agua del océano y el suelo.
Desde lo meteorológico, inhiben las lluvias, lo que puede ser en un momento dado, bueno o malo. Adicionalmente, disminuye la probabilidad de ocurrencia de ciclones tropicales. Ante el actual pronóstico de una temporada activa de huracanes, podría verse como un “beneficio”, especialmente por la pandemia que se vive a nivel mundial.