El Heraldo (Colombia)

7 de cada 10 fallecidos son adultos mayores

El equipo de la Alcaldía de Barranquil­la hace barridos en la ciudad para encontrar, proteger y atender a quienes presenten síntomas de la COVID-19.

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El Distrito realiza un barrido en la ciudad para encontrar a personas mayores de 60 años con síntomas y ofrecerles atención oportuna ➲ La iniciativa contempla aislarlos en un hospital de campaña, como el habilitado en el Puerta de Oro, para concentrar allí los servicios de salud que requieran.

Empiezan a llegar desde muy temprano. Se nota que apenas han descansado un poco. La misión del día está en el tablero. El ingeniero Carlos Acosta, secretario General de la Alcaldía, y coordinado­r de la estrategia, la dejó a la media noche, antes de retirarse.

Están en el piso 18 de un edificio moderno del norte de la ciudad, donde debían concentrar­se los organizado­res de la asamblea del BID. Desde hace unos meses está allí el gabinete de crisis. Y desde hace unos días, un equipo especial que busca salvar la vida de los mayores de 60 años.

Las cifras de fallecidos prendieron todas las alarmas del Distrito. Hasta ayer iban 663. Que 7 de cada 10 de ellos fuesen ciudadanos de tercera edad, era un asunto preocupant­e.

Los diagnóstic­os preliminar­es indicaban que eran contagiado­s por adultos jóvenes asintomáti­cos y que no se atrevían a ir a la clínica por físico miedo.

Cuando el secretario de Salud, Humberto Mendoza, supo lo que estaba pasando, el gobierno activó la estrategia.

Allí confluyen todos los días y hasta altas horas de la noche unos 30 funcionari­os de Salud, Sisbén, Gestión Social, Catastro, Mi Red, Cultura Ciudadana y de la oficina de Sistemas.

Las Empresas Promotoras de Salud (EPS) no estaban detectando a esta población de manera temprana y el Distrito debía entrar a corregir la falla si no quería seguir asistiendo al desfile de cadáveres.

La idea, en todos los casos, consiste en identifica­r a la población con síntomas. Y lo primero es hallar a las personas mayores.

Para eso se revisan las bases de datos de Catastro y Sisbén, aunque también los buscan en casas, en los asilos y centros de vida.

Lo que la Alcaldía está pensando es aislarlos, a todos, en un hospital de campaña como el Puerta de Oro, donde se concentre la atención de las promotoras de salud.

La jornada empieza, como todos los días, con un grito de guerra: ¡A salvar vidas!

La palabra “COVID” –advierten hoy, para empezar– queda eliminada del lenguaje, porque los ancianos se previenen. Peor sus familiares. A estas alturas, el temor al estigma social es una constante en toda la ciudad.

–Hablo con Manuela Rojas (*)…¿Cómo se siente usted esta mañana?

La funcionari­a pregunta por tos seca, fiebre, cansancio, dolor de garganta, conjuntivi­tis o dolores. Con su respuesta se enciende un tablero de control. Y una vez identifica­da, se cruza con la lista de altos riesgos y se ubica a su EPS. Es muy importante chequear si tiene alguna morbilidad compleja, porque el riesgo puede aumentar.

La EPS queda con la misión de activar la ruta de atención; los funcionari­os del centro de emergencia “Salva a un adulto mayor”, de hacerles seguimient­o.

Lo ideal es monitorear al paciente en su propia casa. Y con él a toda la familia.

Hay que mantener bajo control esos síntomas. Si llega a tener “sed de aire” podrían perderlo.

La clave está, entonces, en detectar a tiempo el virus. En el 90% de los casos se salvan.

Una UCI es el último recurso. El de emergencia. El más extremo. Todos lo saben.

El resultado de las llamadas de ayer indicaba que de 2.500 contactos efectivos detectaron unos 300 casos con síntomas. A su lado ya deben estar los médicos y el personal de la salud.

El equipo se lamenta de no haber podido contactar a 800 personas que estaban en la lista. Mañana mandarán a David Montero, de Cultura Ciudadana, a localizar al menos 100.

“Los del norte no contestan, seguro piensan que es de los bancos”, apunta un encargado del call center.

Al reporte se suma uno inesperado: el de la Secretaría de Gestión Social, que ubicó a 104 adultos mayores con síntomas, al momento de entregar parte de las 6.000 raciones de alimentos que les hacen llegar cada día.

“Tenemos a unos estudiante­s de Uninorte de Enfermería como voluntario­s por si se necesitan, se les puede dar uso”, grita alguien desde el teléfono.

De repente, una alarma. Viene de la localidad Metropolit­ana, barrio Ciudadela 20 de julio. El paciente lleva tres días de fiebre. Quien respondió la llamada dice que se está asfixiando.

–Llamen al CRUE, dice un auxiliar. Hay que ubicar una IPS cercana con UCI.

Son momentos tensionant­es, en el que todos guardan silencio. Es la lucha contra la muerte. En sus rostros guarecidos por el tapabocas de rigor se nota la apuesta. El alivio regresa cuando monitorean a una ambulancia que acaba de llegar a la casa. Paciente estable, dicen por radioteléf­ono. Esta vez llegaron a tiempo.

Prepárense para mañana, les dice el secretario de Planeación, Juan Manuel Alvarado, porque el archivo será mucho mas extenso, mientras recoge su computador.

Para entonces estará habilitada la línea BAQ60 4010204, que podrá recibir llamadas de los adultos o sus familiares.

En el empeño, el grupo está asesorado por Sura, que tiene un modelo asertivo con pacientes en tres hoteles de la ciudad. Sura se ha dedicado al proceso, porque siendo Barranquil­la la primera ciudad en alcanzar el pico de contagios, puede servir de modelo a sus intervenci­ones en otros municipios.

“La estrategia busca detectar la población con síntomas”.

HUMBERTO MENDOZA Secretario de Salud del Distrito

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CORTESíA Varios caminantes de la salud buscan casa a casa a los adultos mayores.

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