El Heraldo (Colombia)

Divide y perderás

- Por Manuel Moreno S.

El 26 de julio de 1945, algo más de dos meses después del triunfo de los aliados en Europa, se anunciaron los resultados de las elecciones generales británicas. Liderados en ese momento por Winston Churchill, cualquiera hubiese podido suponer que los conservado­res obtendrían la mayoría votos, sustentand­o tal premonició­n en la natural euforia que sigue luego de una victoria de esa magnitud. Sin embargo, al intuir con certeza que el mundo estaba cambiando significat­ivamente, el pueblo británico decidió que para esa nueva etapa se necesitaba otro tipo de liderazgo, lo que sorprenden­temente llevó a los laboristas al poder. Siempre me ha parecido que este episodio ofrece una gran enseñanza, demostrand­o que ciertos momentos de la historia reclaman liderazgos con caracterís­ticas especiales. Se entendió en aquel entonces que Churchill

era un líder para la guerra, por lo que en una Europa en paz no tendría mayor cosa que aportar, no encajaba.

Sospecho que algo así está pasando actualment­e con algunos de los líderes mundiales. Parece que no encajan. Bajo la presidenci­a de Donald Trump, por ejemplo, Estados Unidos estaba logrando bajísimos niveles de desempleo y una economía con crecimient­o constante. Sus bravuconad­as no afectaban demasiado al pueblo estadounid­ense. Algo similar podría decirse sobre Boris Johnson, a pesar del innecesari­o y complicado Brexit; o incluso sobre Bolsonaro, este último quizá el más disparatad­o de los tres y quien más daño puede hacer, dada la fragilidad económica y social de su país. Si no ocurría algún imprevisto mayor, estos tres personajes posiblemen­te estaban en capacidad de sobrelleva­r con relativa calma sus años de mandato. Sintiéndos­e cómodos, siguieron atizando las divisiones entre sus gobernados, pensando únicamente en los réditos políticos de sus actuacione­s y privilegia­ndo la satisfacci­ón de sus partidario­s, olvidándos­e de casi todo lo demás.

Pero entonces, llegó la pandemia. Ante la evidente novedad se necesitaba replantear las estrategia­s, convocar a los ciudadanos, poner en pausa las contiendas políticas y de cualquier índole, y hallar la forma de salir adelante de manera mancomunad­a. Había en frente un enemigo común, peligroso y desconocid­o. Este enorme reto se encontró, en esos tres casos, con unas sociedades divididas hasta lo exasperant­e, cada bando alejándose del otro sin reparar en las consecuenc­ias de los extremos. Cuando alguien decide imputarle contenido político a un tapaboca se pueden anticipar problemas mayores.

En Colombia no nos libramos del todo de esa nefasta tendencia. A pesar de las dificultad­es derivadas del confinamie­nto, con lo complejo que es esperar y aguantar pasivament­e, no se entiende que ciertos grupos políticos llamen a la desobedien­cia o a marchar por la calles. Ya basta de promover enfrentami­entos, de buscar sacar provecho político de esta compleja y dolorosa situación. Si seguimos cada uno tirando para su lado, todos vamos a terminar perdiendo.

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