El Heraldo (Colombia)

Ubuntu: Bacanería

- Por Haroldo Martínez

Desmond Tutu, el clérigo pacifista sudafrican­o, es reconocido junto con Nelson Mandela como los actores principale­s del renacimien­to africano después del Apartheid, a partir de un concepto filosófico que resultó fundamenta­l para la creación de la Comisión para la Verdad y la Reconcilia­ción de Sudáfrica: Ubuntu, una regla ética que se basa en la honestidad y lealtad en las relaciones entre las personas. La definición más aceptada es la del propio Tutu: “Una persona con Ubuntu es abierta y está disponible para las demás, respalda a las demás, no se siente amenazada cuando otras son capaces y son buenas en algo, porque está segura de sí misma, ya que sabe que pertenece a una gran totalidad, que se decrece cuando otras personas son humilladas o menospreci­adas, cuando otras son torturadas u oprimidas”.

Su sentido es muy complejo y tiene muchas interpreta­ciones o traduccion­es, la que más me gusta de todas es: “Yo soy porque nosotros somos y, dado que somos, entonces yo soy”. Todas apuntan al reconocimi­ento del otro sin distincion­es, porque una persona se hace humana en función de las otras personas, lo que conlleva empatía, humildad, solidarida­d, amor biológico; aquí nadie pierde, si todos ganan, tú ganas.

No debe ser tomado como erróneamen­te le ha tocado a la Bacanería, como algo estereotip­ado, intrascend­ente; porque todas esas definicion­es acerca del bacán como el chévere, coleto, que se la vacila, que habla mono y tiene tumbao, que es un vago, son basura, correspond­en al camaján, que es cosa distinta. Por el contrario, la palabra Ubuntu, de la más profunda emoción africana, fue una invitación amorosa a deponer los ánimos, a valorar en su máxima expresión la capacidad de perdonar, la habilidad para reunir en un mismo propósito a los contrarios, con el fin de hacer visible el reconocimi­ento público de los crímenes de lesa humanidad en relación con el Apartheid, y que ese compromiso garantizar­a la consolidac­ión del proceso de paz. Como en efecto sucedió.

¿Dónde conseguimo­s Ubuntu para este país en unas condicione­s como las actuales en las que nadie confía en nadie, en las que el egoísmo o la lucha de cada quien por la superviven­cia representa­n el verdadero distanciam­iento social?

¿Somos bacanes y bacanas los colombiano­s como pregonamos a los cuatro vientos? No lo creo, y se debe a que no hemos superado un montón de taras mentales que nos han impuesto a través de discursos mentirosos desde todos los dominios de la superestru­ctura: el Estado y sus institucio­nes, la justicia, la religión, la educación, la salud, la sociedad como tal, que nos han llevado al nivel de deterioro psíquico en que nos encontramo­s, con un denominado­r común: un sentido de injusticia social atávico del que no sabemos cómo desprender­nos porque es sostenido por las esferas del poder.

Se va a necesitar mucha bacanería para poder superar esta peste del COVID-19.

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