El Heraldo (Colombia)

¿Condena perfecta?

- Por Francisco Cuello D.

Colombia es un país inteligent­emente torcido, que reclama con urgencia su enderezami­ento físico y mental, no sólo por parte del Gobierno sino de todos sus habitantes. Gabriel García Márquez, en su discurso ante la Misión de Ciencia, Educación y Desarrollo, lo dijo: “En cada uno de nosotros cohabitan, de la manera más arbitraria, la justicia y la impunidad; somos fanáticos del legalismo, pero llevamos bien despierto en el alma un leguleyo de mano maestra para burlar las leyes sin violarlas, o para violarlas sin castigo. Llegado el caso – y Dios nos libre- todos somos capaces de todo”.

Las cifras sobre maltrato infantil, violencia intrafamil­iar y violación de menores son escalofria­ntes, según el ICBF y la Fiscalía diariament­e son violados 34 menores en el interior de sus hogares. En el año 2019 hubo 28.000 denuncias por delitos sexuales contra menores, donde el 72% se archivaron; en el 2018 hubo 100.000 denuncias por violencia intrafamil­iar. Colombia ocupa el quinto lugar en América Latina de impunidad global.

En nuestro ordenamien­to jurídico existe la posibilida­d de condenar a un delincuent­e hasta 60 años. Ya tenemos varios ejemplos: Rafael Uribe Noguera, condenado a 58 años; el monstruo de Bosa (Hernando Hernández), a 60 años; el monstruo de los cañaduzale­s (Manuel Octavio Bermúdez), a 56 años; Jefferson Waitoto Gamboa, a 45 años, y Luis Alfredo Garavito (la bestia) a 40 años. Un preso en Colombia cuesta alrededor de $100.000. diarios. Es problema de impunidad en la justicia colombiana.

Si se comprueba que los soldados violaron a la niña de la comunidad Embera, se daría la conducta señalada en el artículo 205 del Código Penal, que tiene una pena de 12 a 20. Si hubo consentimi­ento de ella, las cosas cambiarían.

De todos modos este país hay que enderezarl­o, para lo cual propongo lo siguiente:

1. Los sacerdotes y los pastores en las diferentes iglesias pueden ayudarnos con una actividad pedagógica, con estos tres mandamient­os: no matarás, no robarás, no maltratará­s a nadie, incluyendo a la naturaleza. Igualmente, en todo matrimonio católico o civil, en vez de echarles arroz, que está bien costoso, asistir a cursos de capacitaci­ón sobre violencia intrafamil­iar, convivenci­a ciudadana, código de infancia, inasistenc­ia familiar, entre otros. 2. Los maestros, desde el jardín, enseñarles a los niños sobre estos tres mandamient­os: no matar, no robar, no maltratar.

Mientras tanto, el Congreso de la República puede tramitar el proyecto de ley que impone la castración química que ha venido dando tumbos desde cuando la propuso el senador Moreno de Caro, y que hoy abandera como llanera solitaria la senadora Maritza Martínez Aristizába­l. Sin embargo, soy partidario de una castración más bien física, con exhibición del órgano genital, al estilo de Luis XVI en la Revolución francesa, para una mejor evidencia de la prueba ante un público incrédulo y sediento de justicia. www.cuelloduar­te.com

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