El Heraldo (Colombia)

La niñez y el virus

- Por Emilio Sardi

Gracias a los esfuerzos de la OMS para ocultar su aparición, era muy escasa la informació­n que existía sobre el virus chino eventualme­nte denominado SARS-COV 2 cuando ella, tardíament­e, oficializó su existencia en los términos más alarmistas posibles. Eso explica que los modelos epidemioló­gicos que inicialmen­te se usaron para pronostica­r sus efectos hubieran usado de referencia primordial a la gripe española que asoló al mundo hace casi exactament­e un siglo.

Hoy es claro que la COVID -19 producida por ese virus es totalmente distinta a la gripe española. Esa fue una verdadera pandemia que ocasionó mucho más de 50 millones de muertes, entre 4% y 6% de la población mundial de entonces. Las muertes ocasionada­s por la COVID -19, en cambio, a duras penas llegarán al 0,01% de la población mundial actual. Y mientras el promedio de edad de las víctimas de la gripe española fue de 28 años, la mediana de la edad de las de la COVID-19, la mayoría con serias comorbilid­ades, ronda los 80 años.

También es evidente que esos modelos teóricos eran totalmente errados.

Movidos por el pánico generado por sus prediccion­es, la mayoría de los países se refugió en la estrategia medieval del confinamie­nto para combatir la plaga. Estrategia ésta de altísimo costo social y cuestionab­le beneficio, pues sus resultados han sido muy dispares de un país a otro. Y lo son aún dentro de un mismo país, como EE. UU., donde los 25 estados con gobernador Demócrata reportan dos veces y media las muertes por millón que reportan los 26 estados gobernados, con confinamie­ntos menos severos, por Republican­os.

El deterioro en el bienestar social fruto de las medidas tomadas para combatir el virus ya empieza a manifestar­se. En algunos casos el daño ya está hecho, y será función estatal liderar la recuperaci­ón de lo perdido. Pero en otros, gracias a lo que se ha aprendido en los últimos cinco meses sobre el virus y su comportami­ento, aún se puede evitar o, por lo menos, limitar el daño. Esto es particular­mente importante en lo que concierne a los colegios.

Numerosos estudios, publicados en revistas científica­s, muestran que los menores de 18 años son mucho menos susceptibl­es de ser contagiado­s por el virus que los adultos. Como también es claro que son mucho menos severos los síntomas que padecen y, de hecho, hay evidencia que indica que su rol como transmisor­es no es fuerte. Muchos países han reabierto completame­nte sus colegios sin experiment­ar problemas y muchos otros están en trance de hacerlo. No hay razón seria para que Colombia no lo haga.

Los efectos dañinos del confinamie­nto sobre el desarrollo y la salud mental de los niños están ampliament­e documentad­os. Y ni que hablar de la equidad, cuya única vía real es la educación. El cuento de la educación virtual para los colegios es apenas un mal chiste en un país donde ni 25% de los hogares cuentan con computador. Sin hablar de lo que es quitarles la alimentaci­ón escolar a los 5,3 millones de niños pobres que la estaban recibiendo.

El Estado no puede sucumbir a la presión de Fecode para defender los extravagan­tes privilegio­s de sus afiliados, escudada en un falso interés en la salud de los niños y en la histeria de unos padres mal informados. Nunca podrían perdonarse las pérdidas en desarrollo humano, salud, conocimien­to y aprendizaj­e de la actual generación de jóvenes que produciría una decisión incorrecta.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia