La tragedia de Tasajera
Lo que sucedió esta semana en Tasajera, Magdalena, deja muchas conclusiones, muchas lecciones y una evidente demostración de lo podridos que a veces podemos llegar a ser los seres humanos. Es por esta razón que hoy quiero aprovechar este espacio para analizar el accidente, el accidente del accidente, la tragedia del accidente del accidente, y las tonalidades de grises que hay entre el ‘bien y el mal’. Porque definitivamente, la mayoría de las veces, no todo es blanco o negro.
Comencemos por el principio, el primer accidente. El conductor del camión que venía cargado de combustible, tratando de esquivar una babilla, termina volcándose en plena curva. Y es justo ahí dónde empieza el análisis, pues según lo que cuenta Manuel Cataño, el conductor en cuestión, apenas se volcó, muchos se acercaron, pero noparaayudarle,sinoparaver“quépodían sacar”. Es ahí dónde comienza el dominó de ‘malas decisiones’ que reflejan los inmensos vacíos que hay en nuestra sociedad, ya que es impresionante que la vida valga tan poco para algunos, que el primer instinto no sea el de ayudar, sino el de robar.
Aunque el conductor finalmente logra salir y ponerse a salvo, pronto se dio cuenta de que la verdadera tragedia estaba por venir. Las personas seguían llegando a sacar el combustible sin precaución alguna, pero todo el mundo hizo caso omiso a las plegarias de Manuel. La policía local llegó, pero todos los ignoraron. Eran pocos y no dieron abasto. La voz del conductor no fue escuchada. Era uno solo frente a muchos. Y sucedió lo que tanto temían, una explosión que ya deja 28 muertos y 40 gravemente heridos.
Sin embargo, es injusto decir que en esta historia ‘los malos del paseo’ son los ‘ladrones’, pues detrás de esa ‘inhumanidad’ al momento de escoger entre ayudar al conductor y robar, y de esa ‘estupidez’ a la hora de elegir entre escuchar a las autoridades, usando el sentido común, y seguir con el peligroso robo, está un Estado que olvidó a los habitantes de Tasajera.
Comienzo aclarando que con esto no estoy justificando el robo, simplemente quiero invitarlosaquenoveamoslaexplosióncomo un‘castigodivino’(comoenmuchoscomentarios pude encontrar en Twitter, por ejemplo), ya que hay que entender que muchos delosquellegaronarobarlohicieronporque así han aprendido a sobrevivir. En Tasajera no hay nada. Casi nunca hay agua, luz y no existen las oportunidades. Por el contrario, hay olvido, desolación, hambre, injusticias y, poreso,hacemuchotiempoquelosdeTasajera aprendieron a ‘cuidarse solos’.
Aprendieron a creer que cuando se trata de sobrevivir, todo se vale. Aprendieron a ‘valerse por sí mismos’ a ‘costillas’ de quienes se accidenten en esa tenebrosa curva. Aprendieron a que como nunca han recibido lo que necesitan de parte de los gobernantes se ‘merecen’ quedarse con lo que encuentren. Pero sobre todo, aprendieron anocreerenlasinstitucionesyanotenerel más mínimo respeto por ellas. Es por esto que no creen en las palabras de un policía, no creen en las autoridades, no creen en los llamados de emergencia, ni siquiera cuando éstos intentan salvarles la vida.
Para que esta tragedia se hubiese evitado, senecesitanañosdeuntrabajoalargoplazo, años de invertir sin corrupción, años para sanear la Policía y mejorar su reputación, y años para reeducar una comunidad que espera con ansias que ocurra un accidente.
Porque como están las cosas hoy, la realidadesquelaúnicamaneradehaberpodido evitar esta tragedia hubiese sido si la babilla no se hubiese atravesado.