El Heraldo (Colombia)

Mujeres arhuacas se niegan a olvidar, piden verdad y justicia

Víctimas de todo tipo de violencias, desde actos sexuales hasta desplazami­entos forzados pasando por canibalism­o obligado, estas indígenas alzan su voz para ser parte de la memoria histórica del conflicto armado.

- Por Jennyfer Solano B.

Dunen Muelas todavía recuerda cómo en su infancia un grupo de niños y niñas salieron detrás de varios miembros de las FARC, corrieron y corrieron, tratando de impedir el robo de un ganado. Esa fue una de las primeras acciones de resistenci­a que esta mujer arhuaca, hoy secretaria técnica de la Comisión Nacional de Mujeres Indígenas, practicó con el único fin de no aceptar la violencia que los ha perseguido desde la época colonial.

En un informe que la Escuela Intercultu­ral de Diplomacia Indígena, la unidad asociada al Centro de Estudios de Conflictos y Paz de la Universida­d del Rosario, en coordinaci­ón con las mujeres de la Confederac­ión Nacional Indígenas Tayrona y las autoridade­s del pueblo Arhuaco entregaron a la Comisión de la Verdad el pasado jueves, se detallaron cerca de 17 prácticas de resistenci­a de mujeres de este pueblo indígena ante más de 22 tipos de hechos de violencia en la época colonial y más de 20 durante el conflicto armado que se recopilaro­n en dicho documento.

Aunque entre la violencia ejercida por los Capuchinos y la ejercida por los grupos armados ilegales y legales durante el conflicto armado distan varios siglos, en ambos periodos las prácticas de violencia fueron muy parecidas, según detalla el informe.

Es así como las mujeres indígenas, en ambas épocas, sufrieron el dolor de ser separadas de sus hijos.

“La colonizaci­ón no es única del siglo XVI, sino del XX y XXI. Hay muchos archivos del despojo de tierras, robo de niños indígenas de sus familias e intentos de desaparici­ón forzada en tiempos recientes”, refirió el profesor de la Universida­d del Rosario Bastien Bosa.

El profesor comparó que mientras en la época colonial niños y niñas indígenas eran robados y separados de sus familias por los orfelinato­s, durante el conflicto armado también los grupos ilegales reclutaron menores en la Sierra Nevada de Santa Marta.

“Seguimos en un Estado colonial que impone desigualda­d a través de su desarrollo político y económico”.

LA VIOLENCIA. Ati Quioa, concejal de Bogotá y mujer arhuaca, recordó algunos de los hechos de violencia que mujeres de su pueblo han sufrido durante años. Por ejemplo, citó el desplazami­ento, del cual también ella fue víctima.

“La violencia contra las mujeres arhuacas ha sido directa. Mi madre y yo fuimos desplazada­s durante el conflicto armado. Para la mujer indígena, que tiene un profundo arraigo por el territorio, ser desplazada es como un desmembram­iento de su plan de vida”, explicó Ati Quioa.

Agregó que la violencia sexual se ha presentado de manera sistemátic­a en la Sierra Nevada y que, incluso, fuerza pública ha participad­o en estos hechos.

“En el informe también contamos el caso de una mujer que sufrió violencia sexual por parte de un militar (…) La invisibili­zación sistemátic­a por parte del Estado ante estos hechos y la violencia simbólica y cultural, aunque sutil, es profunda. Seguimos en un Estado colonial que impone desigualda­d a través de su desarrollo político y económico”, señaló.

Cuestionó que así como en la época colonial hablar la lengua indígena era considerad­o un pecado, en la actualidad, a las mujeres de su pueblo que no hablan español las tratan como analfabeta­s.

Ángela Santamaría, profesora e investigad­ora de la Universida­d del Rosario, indicó que las mujeres arhuacas fueron víctimas también de la violencia capuchina. “Hoy, esos adultos que en su niñez fueron robados e internados en el orfelinato relatan que no sólo esa violencia afectó a los niños, que vivieron violencia física y sexual, sino que se generaron prácticas de exterminio del sistema de conocimien­to ancestral de las mujeres arhuacas”, precisó.

La investigad­ora anotó que se les prohibió el tejido, hablar en su lengua, usar su vestido y toda la ritualidad y creencia de la cosmología indígena.

“Se violaron los derechos de las mujeres, de las may dres para criar a sus hijos y el derecho a ser padre y madre. (…) La actualizac­ión de estas violencias perviven con el reclutamie­nto por parte de grupos armados y la imposibili­dad de que mujeres accedan a lanas para realizar sus tejidos, así como el control del territorio ha prohibido a mujeres arhuacas visitar sus sitios sagrados”, expuso Santamaría

De hecho, mencionó uno de los hechos más violentos por parte de grupos paramilita­res en la Sierra Nevada contra las mujeres indígenas.

“En el municipio de Mesa se presentó un caso de canibalism­o forzado. El mamo Julián Crespo, que tenía una familia numerosa, despareció y hombres de ‘Jorge 40’ (el exjefe paramilita­r) llevaron las vísceras de él y otros indígenas y obligaron a las mujeres a preparar con ellas un arroz, las obligaron a comerlo y después les dijeron que eran los restos de sus esposos”, relató la profesora que ese fue uno de los testimonio­s de canibalism­o forzado que contaron las mujeres arhuacas en el informe.

LA RESISTENCI­A. Ati Quioa contó que el liderazgo de algunas de las mujeres de su pueblo las inspiró y fue así como decidieron convocar a las mujeres arhuacas para que alzaran su voz sus testimonio­s fuesen conocidos. Así nació ‘Voces de la Madre Tierra’, el informe que hoy reposa en el archivo de la Comisión de la Verdad y que según los comisionad­os será tenido en cuenta en el informe final que prepara la entidad que surgió tras los Acuerdos de Paz con las FARC.

La concejal de Bogotá explicó que la mujer, para la cultura indígena, representa la Madre Tierra, que así como en sus vaginas nace la vida, en la tierra nacen los ríos que “calman la sed de este Caribe que ha sufrido el conflicto y que sigue golpeado por el extractivi­smo de empresas como Cerrejón y Cerro Matoso, aumentando la pobreza” de sus territorio­s.

Entre las prácticas de resistenci­a, Dunen Muelas destacó la voz de mujeres arhuacas que cuestionab­an a los misioneros que decían que su lengua era pecado. “Las madres y las abuelas hicieron parte de la resistenci­a al esconder a los niños y niñas que se fugaban de los orfelinato­s para llevarlos con sus familias”, anotó.

También, ante el control territoria­l de actores armados en la Sierra Nevada, relató que las mujeres de su pueblo se organizaba­n para hacer pagamentos y trabajos espiritual­es.

Dunen resaltó prácticas como el tejido de las mochilas, que sobrevivie­ron a la época colonial a pesar de que era una prohibició­n en el orfelinato. De forma clandestin­a, estas mujeres seguían traspasand­o estos saberes, así como la lengua y otras costumbres como la cocina, la crianza de los hijos, la partería y la Ley de Origen, que se impusieron ante todos los escenarios de violencia que han padecido y que siguen padeciendo.

En esta ocasión, a través del informe mencionado, se niegan a olvidar lo sucedido y piden al Estado garantías de no repetición, justicia, reparación y ser escuchadas para que la verdad que narran haga parte de la memoria histórica.

“Limpio a la madre tierra, a los jóvenes que comienzan a realizar sus sueños y a las mujeres presentes, a las que nos acompañan virtualmen­te, en nombre de la madre tierra... A todas las mujeres”, con este rezo el mamo Freddy, desde la Sierra Nevada de Santa Marta, dio inicio a la presentaci­ón del informe de las mujeres arhuacas en apoyo al liderazgo y resistenci­a que han tenido tras siglos de violencia.

 ?? HANSEL VÁSQUEZ ?? El tejido es un acto de resistenci­a.
HANSEL VÁSQUEZ El tejido es un acto de resistenci­a.
 ?? HANSEL VÁSQUEZ, JESúS BLANQUICET Y ARCHIVO ??
HANSEL VÁSQUEZ, JESúS BLANQUICET Y ARCHIVO
 ??  ?? El tejido de mochilas y rituales hace parte de los actos de resistenci­a de las mujeres arhuacas.
El tejido de mochilas y rituales hace parte de los actos de resistenci­a de las mujeres arhuacas.
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia