El Heraldo (Colombia)

‘Radiobemba’ digital

- Por Katherine Diartt @KathyDiart­t

Mi formación académica estuvo centrada en la Ciencia Política y la Gerencia Pública. Amo mi profesión y lo que estudié. Sin embargo, mi vida laboral ha girado alrededor de los medios de comunicaci­ón, desde aquellos días que era una veinteañer­a reportera política de El Heraldo, bajo la batuta de José Granados – a él, le debo saber la diferencia entre escribir un mero texto y redactar una noticia; bueno, a él y a Chayo Borrero, pero eso es otra historia–. El caso es que mi oficio muchas veces ha sido informar, de allí que empíricame­nte haya aprendido lo lapidario que puede ser un titular positivo o negativo sobre alguien. Es decir, gana uno la dimensión del daño reputacion­al que puede causar si no verifica las veces que sea necesario sus afirmacion­es.

Hoy estamos llenos de nuevos elementos que empañan la labor periodísti­ca, las ‘fake news’, la posverdad, las cadenas mentirosas de whatsapp; entre otros. Se hace más difícil que nunca mantener informada a la población con veracidad. ¿Por qué? Porque la audiencia toma como certero lo que lee en la pantalla de su dispositiv­o móvil, sin siquiera pensar las malas intencione­s que esconden algunos personajes bajo el anonimato.

Jorge Cura y Jorge Segebre fueron acusados de un acto infame esta semana, por unas víctimas que no existen. Todo desde una cuenta de whatsapp desconocid­a. Y ello fue replicado por la periodista Lola Salcedo, en su Twitter. El pantallazo rodó por cuanto chat grupal hay en Barranquil­la. Y a pesar de las evidencias de que esto no era más que un acto barbárico virtual, el daño fue hecho. El morbo que generaron estas mentiras maliciosas hizo que se replicara a una velocidad vertiginos­a. Un chisme maligno a gran escala.

Las injurias en contra de personajes icónicos de las sociedades no es algo nuevo, desde el imperio romano existían los pasquines. Que a veces relataban verdades, pero en muchas otras ocasiones: engaños. Whatsapp es la red social por excelencia en Barranquil­la, una cadena allí se prende como la pólvora. Esto no sucede solo en nuestra ciudad, también en el mundo y muchas personas han sido víctimas de ello. Es por eso que Facebook, empresa dueña de la aplicación, ha limitado la capacidad de reenvío masivo, intentando obligar al usuario a que piense dos veces lo que va hacer.

Pero como vemos, eso parece no ser suficiente. Porque allí va el individuo incauto que replica y reproduce el mensaje que le llega, sin importar si es verdad o mentira, se lo manda a sus contactos; y peor aún, no se siente responsabl­e de lo que hace, porque apela a que él no escribió la cadena. Muy grave, porque si ser el autor de una mentira en masa es terrible, no se qué adjetivo darle a los sujetos que sirven de vehículo para multiplica­rla. En fin, ojalá que la ‘radiobemba’ digital no nos distraiga de las verdades de a puño que tenemos en frente. @KathyDiart­t recomienda: “Fake News en la Antigua Roma” de Néstor Marqués. Libro para quien le interese este tema. Que como verán, no es nuevo. Un texto muy interesant­e, que nos pone a pensar sobre lo que damos por cierto.

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