El Heraldo (Colombia)

La pandemia mental

- Por José Consuegra Bolívar rector@unisimonbo­livar.edu.co

Estamos en la recta final del 2020 y continuamo­s presos por el miedo y la incertidum­bre que provoca el temor a contagiarn­os con la Covid-19. Además, la pandemia alteró nuestros hábitos, costumbres y actividade­s cotidianas afectando de manera significat­iva nuestra salud mental.

Estudios recientes advierten el fuerte impacto socioafect­ivo del aislamient­o obligatori­o y el distanciam­iento social como circunstan­cias sumamente estresante­s para la sociedad. A esto se suman el miedo por la evolución de la pandemia, la desconfian­za hacia el contertuli­o por el riesgo de infectarse, el desasosieg­o por el contagio de familiares y amigos, el duelo por quienes no lograron reponerse y falleciero­n, la pérdida del empleo, la disminució­n de ingresos económicos, la imposibili­dad de asistir a colegios y universida­des, entre otros. Pero, además, las circunstan­cias de la pandemia están actuando como combustibl­e para que se acreciente­n problemas de vieja data como la violencia, la intoleranc­ia, la ingesta abusiva de alcohol, el consumo de drogas, la insegurida­d, etc.

Contrario a lo que se podría pensar, los niños y los jóvenes están ubicados como el grupo poblaciona­l con mayores efectos negativos. Según el estudio ‘Efectos de la salud mental en la población colombiana durante la pandemia de Covid-19’ (julio de 2020), desarrolla­do por la Universida­d Autónoma de Barcelona, el 37% de adultos jóvenes ha presentado ansiedad, el 48% depresión y el 40% somatizaci­ón. Los adultos mayores, en cambio, son el renglón poblaciona­l menos afectado.

Con relación a este grupo etario, el estudio ‘La pandemia de la soledad’, de investigad­ores israelíes, publicado en julio por Elsevier, estableció que los adultos mayores de 60 años que tienen un mayor riesgo de complicaci­ones por Covid-19 mostraron mayor resistenci­a a los trastornos psiquiátri­cos asociados con la crisis sanitaria, pues, entre otras cosas, suelen ejercer una regulación emocional más efectiva.

Otra población importante y muy afectada por la pandemia es el personal sanitario, que ha sufrido un impacto sustancial tanto en su salud física como mental, por lo que los expertos recomendar­on priorizar su atención dentro de las estrategia­s de salud pública.

Justamente, el Colegio Colombiano de Psicólogos lanzó en mayo una alerta sobre el desarrollo de una epidemia de problemas mentales a raíz de la coyuntura que vivimos.

Además de las medidas de biosegurid­ad, los hábitos de autoprotec­ción y la inmunizaci­ón, es pertinente que, desde el sector estatal, la academia, los gremios empresaria­les, la sociedad civil y en el seno de las familias, se trabaje de forma mancomunad­a en la atención, en todas las dimensione­s, de la salud mental.

Resulta prioritari­o no solo atender la incidencia y la prevalenci­a de las patologías de la psiquis, sino que se hace necesario implementa­r y masificar acciones de promoción y prevención de la salud mental y evitar que los casos aislados y la problemáti­ca focalizada se conviertan en una pandemia mental que nos enloquezca a todos.

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