El Heraldo (Colombia)

Amenazas de Escazú

- Por José Félix Lafaurie @jflafaurie

El Consejo Gremial Nacional, que representa la mayoría del empleo formal, le solicitó al presidente Duque gestionar la no ratificaci­ón del Acuerdo de Escazú en el Congreso, sobre todo frente a las prioridade­s de la reactivaci­ón.

Escazú es la ciudad costarrice­nse donde se firmó el “Acuerdo Regional sobre el Acceso a la Informació­n, la Participac­ión Pública y el Acceso a la Justicia en Asuntos Ambientale­s en América Latina y el Caribe”, suscrito por Colombia en 2019, en una decisión que sorprendió, pues el Gobierno había manifestad­o que ya existen instrument­os para los mismos objetivos.

Resumo las razones del CGN:

1) Colombia cuenta con suficiente­s mecanismos de participac­ión, y la inclusión de nuevos generaría situacione­s insolubles frente a proyectos estratégic­os.

2) La protección del ambiente está garantizad­a por licencias, planes de manejo y guías ambientale­s, etc., además de veedurías y consultas.

3) El acceso a la informació­n pública también está garantizad­o por la Ley.

4) Se amplía el campo de acción a cualquier actividad, lo que representa el nacimiento de la “justicia ambiental”.

5) Pone en entredicho la legislació­n ambiental interna y genera el control de institucio­nes internacio­nales para dirimir conflictos ambientale­s. Baste notar lo que significar­ían los argumentos ambientale­s en la Corte Internacio­nal de Justicia, activada para estos temas, frente al litigio con Nicaragua, uno de los firmantes.

Por ello, el CGN recomienda afinar los medios existentes hacia un equilibrio entre la participac­ión de la comunidad y la protección del ambiente, y el ejercicio de la actividad económica.

El acuerdo es una intromisió­n a la soberanía, negociada por países que eran de izquierda y ya no lo son. Para entrar en vigencia debe ser ratificado por 11 y hoy cuenta con 9 pequeños, incluido Bolivia, que lo ratificó en tiempos de Evo; pero Brasil, Argentina, Perú y Chile ya “escurriero­n el bulto”, no solo porque tienen instrument­os internos, sino por el riesgo de “judicializ­ar” las decisiones ambientale­s, principalm­ente sobre recursos minero-energético­s. Hasta Venezuela se hizo a un lado, segurament­e presionada por Rusia y China que controlan su petróleo.

Como el acuerdo amplía la acción judicial ambiental, puede afectar a la ganadería, ya amenazada por la “extinción administra­tiva de dominio por incumplimi­ento de la función ecológica”, desempolva­da por la reforma fariana. Con Escazú el asunto es “judicial” y un propietari­o puede ser llevado ante un juez o ante instancias internacio­nales ideologiza­das.

Hay que proteger la naturaleza, pero la realidad no es tan sencilla como pretenden los ambientali­stas, la izquierda y el “farcsantis­mo”. La solución apunta a la recomendac­ión del CGN, que esperamos acoja el Gobierno, de buscar, sin injerencia­s externas, el equilibrio entre medio ambiente y desarrollo.

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