Pulgar y la guerra de los Acosta
Hay mucha expectativa por la investigación penal de la Sala de Instrucción de la Corte Suprema y por el proceso disciplinario de la Procuraduría contra el senador Eduardo Pulgar, con fundamento en una operación de soborno a un juez que buscaba un fallo a favor del bando familiar opositor a Ivonne Acosta Acero, en el caso de la ruidosa contienda por el dominio de la Fundación Acosta Bendek, la Universidad Metropolitana y el Hospital Universitario Metropolitano.
Estas investigaciones se desencadenaron a raíz de la columna ‘Pulgarcito’ de Daniel Coronell, que no es precisamente ningún cuento de hadas. También la Fiscalía 376, seccional Bogotá, abrió investigación a Luis Fernando Acosta. A nombre de este primo de Ivonne, el senador hizo la delictuosa gestión que denunció Coronell.
La guerra de los Acosta comenzó con la muerte de Gabriel Acosta Bendek. Y como es de público conocimiento, ha sido una lamentable, dolorosa y prolongada guerra familiar.
Acosta falleció el 10 de agosto de 2014 a los 83 años. Oriundo de Sitionuevo, Magdalena, este otorrinolaringólogo y dirigente conservador fue diputado, representante y senador. Y, además, un próspero empresario del campo.
Una de sus más importantes iniciativas fue haber creado con su primera esposa, Sofía Acero, la
Fundación Acosta Bendek el 12 de noviembre de 1973, de la que surgieron la universidad y el hospital, dos potentes unidades de negocios. Las cuales, según un informe de Semana de julio de 2018, facturaban en ese momento más de $75.000 millones anuales. No sé ahora. Este exitoso emprendimiento ha sido el combustible de la conflagración familiar.
El patriarca siempre manejó personalmente los asuntos de la universidad y el hospital, y nada se movía sin su señal aprobatoria. Al morir su esposa, en 1995, asumió como vicepresidenta de la fundación la única hija del matrimonio, Ivonne, a quien le corresponde la presidencia vitalicia de la entidad creada por sus progenitores, y, por tanto, el poder de decidir sobre sus bienes.
Pero una cosa es el deber ser y otra la realidad. Y la realidad ha sido que la familia terminó en una fratricida pugna jurídica en torno a la posesión de estos activos. Mientras el exsenador fallecido estuvo al mando nadie de la tribu pretendió tomarse por asalto lo que él había construido con su esposa. Por el contrario, trabajaron para él. De hecho, Eduardo, uno de sus hermanos, rectoró la universidad. A Ivonne, en cambio, la familia no quiso acatarla. Ni su medio hermano Alberto, ni sus tíos ya fallecidos, ni sus primos. Y la disputa ha sido funesta en términos de imagen para los involucrados y, desde luego, para estas instituciones de salud y educación superior.
“Todo el mundo pelea si dejo una herencia”, canta Diomedes en una de sus letras. Estos pleitos familiares suelen ocurrir. Y hasta se involucran extraños. Como el senador Pulgar.