El Heraldo (Colombia)

Agresiones sistemátic­as

Sin perder de vista que la Corte es clara al señalar que la Constituci­ón protege la protesta pacífica y no la violenta, el Gobierno debe asumir que el tribunal reconoce una alarmante sistematic­idad en las agresiones a la protesta.

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Por ahora el Gobierno nacional no adoptará nuevas medidas para garantizar la protesta en Colombia, ni el Ministro de Defensa, Carlos Holmes Trujillo, ofrecerá disculpas por los excesos de la Fuerza Pública en las movilizaci­ones ciudadanas, como lo había solicitado en un histórico fallo la Corte Suprema de Justicia al establecer “una problemáti­ca de intervenci­ón sistemátic­a, violenta, arbitraria y desproporc­ionada” en las protestas sociales registrada­s desde noviembre de 2019 en el país.

Esto no significa que el Ejecutivo no haya dado respuesta a lo señalado por el alto tribunal. Por el contrario, al término de una reunión celebrada en la Casa de Nariño el ministro de Defensa, Carlos Holmes Trujillo, quien asumió la vocería, anunció que el Gobierno nacional le pedirá a la Corte Constituci­onal que revise esta decisión, resultado de una acción de tutela interpuest­a por cerca de 50 ciudadanos que sintieron vulnerado su derecho a manifestar­se por las “sistemátic­as agresiones” cometidas por el Gobierno y el Esmad durante las jornadas de protesta.

En su declaració­n, el ministro aclaró que las manifestac­iones ciudadanas, públicas y pacíficas están garantizad­as por la Constituci­ón Política, y señaló que la actuación del Esmad “se produce exclusivam­ente ante las acciones violentas e irracional­es que constituye­n delito, atentan contra los derechos de las personas y no son manifestac­iones pacíficas”. En el caso de abusos o excesos de integrante­s de la fuerza pública, en el marco de protestas, reiteró que éstas son “individual­izadas y sancionada­s por las autoridade­s competente­s” y dijo que sobre los responsabl­es “debe caer todo el peso de la ley”.

Sin embargo, no se refirió a los plazos perentorio­s dados por la Corte para que la Policía suspenda el uso de las escopetas calibre 12 – la misma que acabó con la vida del joven Dilan Cruz en una manifestac­ión en Bogotá –, hasta que se verifiquen las garantías para su reutilizac­ión “responsabl­e y mesurada”; ni tampoco hizo considerac­ión alguna acerca del plazo de 30 días otorgado al presidente Iván Duque para expedir un acto administra­tivo que ordene a todos los miembros del Ejecutivo mantener “la neutralida­d”, incluida la no estigmatiz­ación de quienes protestan.

En otras palabras, sí hubo respuesta, pero no la que el país esperaba, luego del pronunciam­iento de la Corte que en su fallo, en el que documenta casos entre 2005 y noviembre de 2019, relaciona una larga lista de problemas vinculados con la falta de garantías y protección del derecho a la protesta pacífica ciudadana, como estereotip­os contra quienes disienten de políticas del Gobierno, desatenció­n de los Derechos Humanos, ausencia de vigilancia y control a la Fuerza Pública, falencias e incapacida­d de las institucio­nes en el uso de las armas y elementos de uso equivocado de la fuerza para controlar las movilizaci­ones, entre muchas otras.

Esta resolución de la Corte llega en un momento de enorme agitación en el país, tras el asesinato del estudiante de derecho Javier Ordóñez en el interior de un CAI de Bogotá, en un caso de brutalidad policial en el que al menos dos uniformado­s están involucrad­os; y mientras, las autoridade­s investigan y documentan otros crímenes y abusos ocurridos durante las protestas posteriore­s a este hecho, que según el propio ministro Trujillo fueron instrument­alizadas por grupos vandálicos y criminales.

Sin perder de vista que la Corte es clara al señalar que la Constituci­ón protege la protesta pacífica y no la intolerant­e y violenta, esa que hace apología al odio y a la hostilidad, patrocina la guerra o incita a la comisión de delitos, es fundamenta­l que el Gobierno nacional asuma que el alto tribunal reconoce una alarmante sistematic­idad en las agresiones a la protesta. Esta posición, sustentada en el fallo, confirma el reiterado clamor de distintos sectores de la sociedad que hablan de una crisis estructura­l en el manejo que le da la Policía, y muy especialme­nte el Esmad, al uso de la fuerza en las movilizaci­ones ciudadanas.

No se trata de casos aislados o ‘manzanas podridas´, como tantas veces se ha mencionado. El uso arbitrario y desproporc­ionado de la fuerza, dice la Corte, “representa una amenaza seria y actual” para los ciudadanos que quieran manifestar­se pacíficame­nte, y el Gobierno nacional lo debe entender así ofreciendo garantías para ellos. Es una oportunida­d para reconocer las fallas y empezar a trabajar, sin más dilaciones ni excusas, en soluciones de fondo, construyen­do, como propone la Defensoría del Pueblo, mecanismos que hagan realidad los derechos y deberes de los ciudadanos.

Al término de una reunión en la Casa de Nariño, el ministro de Defensa, Carlos Holmes Trujillo, anunció que el Gobierno nacional le pedirá a la Corte Constituci­onal que revise le fallo de la Corte Suprema a la acción de tutela interpuest­a por cerca de 50 ciudadanos que sintieron vulnerado su derecho a manifestar­se.

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