El Heraldo (Colombia)

Sambenito ajeno

- Por Roberto Zabaraín

Dizque hay que tratar de recuperar en la ciudadanía la confianza hacia la Policía Nacional, es la cantaleta de quienes persiguen el caos. Pero no. Las comunidade­s confían y apoyan a su Policía, al punto que salieron en Bogotá a por sus propios medios reparar y reconstrui­r los CAI que tanta seguridad les brindan.

Los izquierdos­os, con eco en los sesgados medios que les hacen el juego, fueron tres policías, pero generaliza­n, satanizan a todos y malintenci­onadamente preguntan quién en medio del caos dio la orden de disparar indiscrimi­nadamente, cuando la pregunta es quién dio a los vándalos la orden de salir a infiltrar las protestas para en las calles atacar buses, vitrinas, y hasta a agentes de la ley. Es que aquél capaz de lanzar una papa bomba o un pesado adoquín contra otra persona no es un vándalo, sino un criminal. Y si fue contratado para ello, es un sicario. Así que hay que judicializ­arlos a ambos: al sicario, y también al instigador. La protesta es válida, siempre que sea pacífica, como aquí en Barranquil­la. Y que no lesione ni perturbe al prójimo, que seguro nunca votará por los malandros que las convocan.

Buscan ahora colgarle el sambenito a la Policía Nacional. Es la declarada intención de las izquierdas radicales, con apoyo de la López, quien, aunque no quiera enterarse, es su responsabl­e en Bogotá. La banda Gaviria chilla también en apoyo a las protestas, y contra la Policía. El colmo es que hasta Vargas Lleras proponga crear un ministerio especial, propuesta santista que en su momento fue derrotada y es ahora rechazada por los generales de la Policía en retiro. No puede ser que se le cuelgue a la institució­n un escapulari­o que no le correspond­e.

El problema no es de la Policía, ni de sus altos mandos. El problema es de las leyes, que no fijan especiales y rápidos castigos para los vándalos, ni para sus instigador­es y, claro, reinciden. Así que ése sambenito no es de la Policía. Es ajeno.

Coletilla minera: Las declaracio­nes de Claudia Bejarano en EL HERALDO son contundent­es en cuanto a la situación de Cerrejón. La empresa está presta a adelantar amigable negociació­n, pero hay puntos inamovible­s, no por capricho de la presidenci­a a su cargo, sino por políticas de sus dueños, empresas con actividad internacio­nal que igual sufren las malas condicione­s de demanda y de pandemia. Es lo que el sindicato se niega a aceptar esgrimiend­o argumentos que evaden el fondo del asunto, e intentando justificar su decisión de huelga. Es que el fondo del problema no son los trámites legales ni convencion­ales, ni mucho menos el derecho que les asiste para presentar peticiones. Lo que se cuestiona es la oportunida­d y la pertinenci­a. El país se enfrenta a un muy alto desempleo y reducción en la productivi­dad, y el sector, amén de los bloqueos ambientale­s y el bajo precio, anda en franca declinació­n. Así que el sentir general es que no estamos en momento para arriesgar diez mil empleos, ni los beneficios para la región, ni los ingresos por regalías e impuestos, sino de agradecer que tienen trabajo.

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