El Heraldo (Colombia)

Las comunicaci­ones y las negociacio­nes

- Por Álvaro López Peralta

Una negociació­n, de cualquier tipo, no es algo diferente a un proceso de interacció­n comunicati­va en el que dos o más partes intentan resolver un conflicto utilizando el dialogo y la discusión, con respeto por las diferencia­s, y avanzando hacia un acercamien­to general mediante concesione­s mutuas. Es un proceso que permite establecer acuerdos respecto a situacione­s u objetos que tienen valor para las partes, siempre y cuando éstas deseen mantener o continuar su relación bajo nuevas condicione­s que se establezca­n tras el proceso negociador.

Ese proceso de interacció­n comunicati­va se da cuando una de las partes, actuando como emisor, envía un mensaje, a través de un canal o medio, a la otra parte receptora, de quien se espera una acción o comportami­ento orientado al acercamien­to para resolver las diferencia­s que generan el conflicto. Sin embargo, el más grande problema que se presenta frecuentem­ente en estas comunicaci­ones es que los receptores no escuchan para entender, sino que escuchan para responder de acuerdo con su posición inflexible previament­e definida desde su perspectiv­a. Por supuesto que esa actitud no contribuye al avance en el proceso de búsqueda del acuerdo satisfacto­rio, especialme­nte cuando las partes que negocian tienen una relación de interdepen­dencia; es decir, que para alcanzar los objetivos comunes propuestos una parte necesite del consenso de la otra.

En general, toda negociació­n está mediatizad­a por las relaciones de poder que se dan entre las partes. Un equilibrio de poder parece ser muy necesario para que se produzca una negociació­n abierta y fluida, aunque ese poder, que puede ser relativo y coyuntural, dependerá de la mejor alternativ­a a un acuerdo negociado que tenga cada una de las partes.

La interacció­n comunicati­va para la solución del conflicto se debe caracteriz­ar por la disposició­n positiva y abierta para intentar la búsqueda de alternativ­as, hasta llegar a una aceptable y satisfacto­ria para ambas partes, mediante una estrategia conciliado­ra y cooperativ­a, que pudiera expresarse mediante fórmulas y textos. Es altamente recomendab­le que esa interacció­n se dé en la mesa de negociació­n, con la mediación de un tercero si existe un gran distanciam­iento de las posiciones de las partes. Sin dudas, en esas condicione­s la mediación de la autoridad administra­tiva laboral del estado puede ser la más convenient­e.

Una situación de inacción, en la que se desarrolla una mínima actividad negociador­a, más allá de las declaracio­nes en los medios de comunicaci­ón, generalmen­te causan la suspensión del proceso negociador y no propician el necesario buen relacionam­iento entre las partes, negándose la posibilida­d de explorar alternativ­as que permitan el consenso para el acuerdo final y prolongand­o la situación pierde-pierde. Esa estrategia de inacción generalmen­te se utiliza cuando existe un bajo interés tanto por los objetivos propios como por los ajenos.

Afortunada­mente de los grandes conflictos surgen soluciones que pueden aportar beneficios que enriquecen las relaciones y la sostenibil­idad de una organizaci­ón, evoluciona­ndo hacia una mayor madurez de los equipos de trabajo.

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