El Heraldo (Colombia)

Insegurida­d alimentari­a

- Por Kelina Puche**

Uno de los fenómenos por medio de los cuales se manifiesta la pobreza urbana es la insegurida­d alimentari­a. La Encuesta de Percepción Ciudadana que elabora Barranquil­la Cómo Vamos demostró que entre 2018 y 2019 el porcentaje de barranquil­leros que consumían las tres comidas diarias aumentó en un año, de 18% al 22%.

Más recienteme­nte, el DANE, a través de la Encuesta Pulso Social, dio a conocer que de los 6,9 millones de hogares que consumían 3 comidas al día antes de la cuarentena, ahora 1,7 millones consumen dos comidas o menos.

Este porcentaje de hogares que vieron disminuir la ingesta de tres a dos o menos comidas diarias fue del 46% para Barranquil­la, cifras superiores a las de capitales como Bogotá (20,7%), Cali (23,7%) o Medellín (28,6%).

Para poner estas cifras en contexto, un informe de seguridad alimentari­a elaborado por Fundesarro­llo en 2019 ya evidenciab­a que el 65% de los hogares en la región Caribe se encontraba­n bajo esta amenaza, según cifras de la Encuesta Nacional de Salud Nutriciona­l (ENSIN) de 2015.

Si la situación inicial antes de la pandemia no era la mejor, la crisis derivada de las medidas sanitarias provocadas por el Covid-19, que llevaron a la paralizaci­ón del aparato productivo, doblaron el desempleo y comprometi­eron la capacidad adquisitiv­a de los hogares, deja un panorama desalentad­or en la materia.

Pero, ¿qué factores inciden para que Barranquil­la ocupe el primer lugar entre las principale­s capitales en este ítem?

En el caso de Barranquil­la, a pesar de que el índice de pobreza multidimen­sional alcanzó el 17,4% de los hogares en 2018 y la clase media pasó de representa­r el 15,4% en 2008 al 41,5% de los hogares en 2017, cuenta todavía con un 43,4% de los hogares en situación de vulnerabil­idad económica. Si tomamos en cuenta el aumento del desempleo entre enero y julio de 2020 (8,9% a 14,1%,) con un alto componente de informalid­ad, y 198 mil nuevos inactivos en el último año, así como los factores externos que contribuye­ron a la desacelera­ción de la economía nacional, la insegurida­d alimentari­a toca día a día un mayor número de hogares en la ciudad.

De ahí la necesidad de llamar la atención sobre esta situación con el ánimo de darle la prioridad requerida a un problema que limita fuertement­e el progreso social de los barranquil­leros. Incluso desde Casa Grande Caribe se definieron prioritari­as intervenci­ones para la recuperaci­ón nutriciona­l con enfoque comunitari­o y la creación de centros de recuperaci­ón nutriciona­l, con intervenci­ones de manejo ambulatori­o e intrahospi­talario para los infantes. En ese contexto, cabe destacar la importanci­a de estrategia­s como la política de cero a siempre, y la alimentaci­ón que se ofrece desde los hogares comunitari­os y centros de desarrollo infantil, los programas de alimentaci­ón escolar, que con ocasión a la pandemia les ha tocado adaptar la entrega de alimentos, y el fomento de huertas urbanas, como alternativ­a para afrontar este problema, ampliament­e focalizado en menores de 4 años, más aún entendiend­o que las intervenci­ones a temprana edad aumentan la eficiencia de intervenci­ones en edades posteriore­s.

*Directora Fundesarro­llo

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