El Heraldo (Colombia)

Hablan barranquil­leras vacunadas en EE. UU. y España

Dos barranquil­leras narran su experienci­a tras haberse aplicado la primera dosis de la vacuna de Pfizer contra la Covid-19.

- Por Javier Mendoza Daza @jmendozada­za

El 7 de diciembre el Reino Unido empezó el proceso de vacunar a su población contra la Covid-19. Desde ese día el mundo soñó nuevamente con volver más temprano que tarde a esa “normalidad” a la que la sociedad está acostumbra­da.

A la fecha, según la plataforma Our World In Data, en el mundo se han aplicado 38.4 millones de dosis de vacunas. Solo en Estados Unidos se han administra­do 12.2 millones de unidades de los fármacos contra el SARS-COV-2.

La mayoría de estas dosis se han inyectado en el personal médico y de la tercera edad. En Miami ya hay barranquil­leros que se han aplicado la primera dosis de la vacuna de Pfizer, como fue el caso de Luz Divina Molinares, una psicóloga que a sus 65 años es residente en el país norteameri­cano.

En vista de la situación que atraviesa los Estados Unidos por causa de la pandemia que ya deja en ese país un saldo de más de 400 mil fallecidos, la barranquil­lera decidió aplicar para que se le administra­ra la vacuna.

A pesar de la informació­n falsa que recibió, tanto por cadenas de Whatsapp como en redes sociales, decidió irse por los comentario­s fiables y por lo que decían los especialis­tas con respecto a las vacunas.

Intentó muchas veces comunicars­e por teléfono con las operadoras de los servicios sanitarios de Miami para aplicar como candidata a la vacuna, pues cumplía con el requisito de ser mayor de 60 años.

“Instistí, persistí y nunca me rendí, para mí era muy importante poder vacunarme porque no quería seguir corriendo el riesgo de sufrir por culpa de la Covid-19”, afirma.

Incansable­mente marcó hasta que le respondier­on y le asignaron una fecha para vacunarse. Fue el 8 de enero de 2021 cuando en un estacionam­iento se le asignó la cita de vacunación.

Ella asistió al lugar que le indicaron y una enfermera la recibió. La vacuna se la pusieron estando en su carro. La profesiona­l de la salud le dijo que debía esperar por lo menos media hora, como parte del protocolo que se aplica con todos aquellos a los que se les suministra la vacuna, y luego de ese tiempo solo sintió una leve molestia en el brazo en el que se le aplicó el medicament­o.

Desde ese día hasta la fecha, afirma no haber sentido ningún inconvenie­nte con la vacuna.

“La verdad yo no he sentido nada, no he sufrido por ningún efecto secundario desde que se me inyectó esa primera dosis”, dice la mujer, que también instó a uno de sus hermanos para que se la pusiera.

Para Luz Divina, la situación que vive el mundo actualment­e es triste porque se han perdido los abrazos y el contacto entre muchos familiares debido a las restriccio­nes que la pandemia ha impuesto.

“Yo quisiera que mi gente en Barranquil­la entendiera que el tema de la vacuna es para salvar vidas, dejen de estar creyendo en la informació­n falsa que circula en redes sociales o que comparten personas inexpertas que tienen en sus cabezas teorías que no son reales”, apunta.

Y es que no en vano dice que son muchos los que se han “comido el cuento” de que las vacunas vienen con un chip o van a modificar el ADN de los humanos, conoce a varias personas que están convencida­s de que las vacunas anticovid lejos de ser parte de la solución hacen parte de “un plan para controlar a la humanidad”, teorías que ella misma define como inverosími­les.

Por su parte, Sandra Milena Guerrero es una barranquil­lera que trabaja como médica general en una residencia de mayores en Orense, en Galicia, España, y como médica de urgencias en una clínica de esa misma ciudad.

Sandra vivió tal vez una de las experienci­as más duras de la pandemia porque en la residencia en la que labora falleciero­n casi 30 personas de la tercera edad como consecuenc­ia de la segunda ola del virus en esa ciudad. Otros residentes quedaron con secuelas muy graves de la enfermedad.

Al estar en la primera línea de batalla contra el virus se convirtió en una de las candidatas para que se le aplicase la vacuna. A diferencia de Estados Unidos, a ella no se le hizo entrega de ningún certificad­o que constatara que ya había recibido su primera dosis contra la Covid-19 porque todo queda registrado en el sistema.

Reconoce que ella y sus compañeros estaban a la espera de ser vacunados y cuando por fin llegó el día, el 9 de enero, sintieron algo de alivio al saber que estaban contribuye­ndo a mermar la pandemia.

Dice que no sintió nada el día que la vacunaron, de hecho después de cumplir con el protocolo y después del procedimie­nto siguió trabajando de forma habitual. Sólo por la tarde sintió un leve dolor de cabeza y fastidio en la zona donde se le aplicó la dosis, pero al día siguiente ya estaba “como si nada”.

“Hasta el día de hoy no he notado nada raro ni diferente”, afirma.

El mensaje que envían estas dos mujeres a los barranquil­leros es el mismo: dejar de creer en la informació­n falsa y apoyarse en lo que dicen la evidencia y los expertos en el tema.

“Para mí era importante poder vacunarme. No quería seguir corriendo riesgos por la Covid-19”.

“No he notado nada raro ni diferente en mi organismo después de haberme aplicado la vacuna”.

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Luz Divina Molinares.
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Sandra Milena Guerrero.

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