El Heraldo (Colombia)

Reflexione­s

- Por Eduardo Verano De la Rosa

Hay guías y señales para navegar en el mar como los faros, y ahora las modernas ayudas GPS. De la misma manera, hay señales en la vida para corregir el rumbo. El año pasado 2020 recibimos una señal importante, una guía espiritual. Fue un año de corrección colectiva del rumbo, que nos sirvió para repensar nuestras vidas, y ahora dicen que la incertidum­bre y la cuarentena continuará parte de este año.

Muchos ni siquiera se dieron cuenta de la señal y se quedaron empantanad­os criticando la pandemia porque destruyó sus negocios y puso todo en dificultad­es. Otros, al contrario, se levantaron erguidos, con vitalidad para construir un mundo mejor y fortalecer sus familias.

El mundo está lleno de nuevos planes ya que tuvimos tiempo para revisar los conceptos básicos, y todo se tuvo que replantear.

Los jóvenes, por ejemplo, analizan durante el encierro cómo cambiar sus vidas y eso les da vigor, fuerza y capacidad para tomar decisiones de fondo y de futuro, con una audacia que nosotros no tuvimos. A los de más edad nos dio fuerza para repensar nuestros trabajos, fortalecer la economía familiar y entender y apoyar a nuestros hijos para crecer y tomar sus propias decisiones de vida y aceptarlas.

El gran beneficiad­o de todo este encierro ha sido el hogar, la casa, la familia, el entorno donde vivimos. Salió fortalecid­o. Hay ahora, una actividad sin antecedent­es de reubicació­n, ampliación y reparación de las casas porque todos quieren mejorar sus sitios de vivienda. Hay que mejorarlo, acondicion­arlo como el sitio de compartir y convivir en familia. Antes solo se usaba para dormir. En adelante, se utilizará como el sitio del disfrute del diario vivir, de trabajo y encuentro permanente. Hay que adaptarlo.

La revolución tecnológic­a ha sido gigante y aun dará un salto mayor con las nuevas necesidade­s descubiert­as. Tuvimos que actualizar­nos y aprender nuevas maneras de hacer las tareas, buscar bases de datos, investigar en las redes y reuniones metódicas con gente desde los sitios más remotos a través de Zoom, de Meet y de todas las tecnología­s puestas a nuestra disposició­n hace más de cinco años, pero que solo fueron utilizadas ahora.

Los grupos de amigos buscaron nuevas maneras de reunirse y a pesar de la distancia aprendiero­n a mantener como nunca la sagrada amistad. Entendimos que podemos educarnos en nuestra propia casa y que a pesar de la dificultad no podemos declinar nuestros sueños y metas.

Todo lo que soñamos durante el ya histórico 2020 lo tenemos que ejecutar con decisión en el 2021. Las dificultad­es y las carencias sirven para fortalecer los proyectos. Tenemos mayor cuero duro, y estamos fortalecid­os para entender con más amor los aspectos más profundos de la vida, sin pequeñeces, con más generosida­d. Aprendimos a valorar la vida para crecer y hacer crecer a los demás.

Se detuvieron muchos planes que cada uno tenía. Todo cambió por designio de Dios. Pero, es el momento de avanzar, de aprender a amarte cómo eres y dar las batallas con más entrega, con humildad, con tu verdad y creyendo mucho más en ti. Pero, sin dedicarnos a la queja, ni a lamentos, entendimos que todo debe cambiar.

La felicidad no es un estado eterno ni permanente. Tenemos solo pequeños momentos de felicidad que debemos disfrutar al máximo, porque inmediatam­ente algo triste nos puede cambiar ese momento de felicidad. Tenemos que aprender a disfrutar y el camino de la felicidad construirl­o día a día. No hay magia, hay realidades y la pandemia nos ha enseñado a vivir de otra manera.

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