El Heraldo (Colombia)

Y tuve Covid

- Por Fabrina Acosta

Había pensado no hablar más en mis columnas del tema Covid, considero que ya es momento de comenzar a sanarnos desde las narrativas, pero es necesario esta columna para hacer cierre, pues una cosa es escribir reflexione­s en general y otra cuando se ha tenido el virus y además se hace frente a las secuelas que deja, así que estas letras tienen un sentido especial.

Esta pandemia me ha confirmado que no importa el poder político o económico que tengamos, porque todos y todas estamos frente a una confrontac­ión con nuestra capacidad preventiva y sobre todo con los poderes humanos que hemos ido perdiendo por despistarn­os en una maratón capitalist­a que nos exige producir; esos poderes humanos a los que hago referencia son el amor propio, la fe, la empatía, el amor, la espiritual­idad, el autocuidad­o, entre otros.

Es decir, es momento de que laCo vi dnonosl leve solamentea lavar nos las manos y a protocolos de higiene, sino a viajar hacia nuestro ser y comprender que no somos máquinas de un sistema que cosifica a la humanidad, que logremos ejercer la compasión y la empatía. Es momento de tomar conscienci­a de la gravedad de esta pandemia; aunque hacemos parte de una cultura poco preventiva y a veces un tanto “folclórica”, de nosotros depende que la tragedia se limite al máximo, que no tengamos que llorar por muertes evitables; apliquemos protocolos por voluntad y no por imposición, es preciso entender que esto nos puede afectar, dado que no se soluciona con una pastilla, con dinero o con alguna “palanca” de algún amigo en el poder; esto es un asunto de salud que nos ubica en una posición de vulnerabil­idad sin exclusión alguna; negros, indígenas, pobres, millonario­s, mujeres, hombres, campesinos o población urbana podemos ser víctimas del virus.

Es el tiempo de asumir esto con la rigurosida­d pertinente, porque de nada sirve padecer “pánico”, pero seguir poniendo en riesgo nuestra vida y la de los demás. Esto no es de decir qué “susto el coronaviru­s”, sino que es el momento de asumir una cultura preventiva y lograr que esta tragedia mundial frene pronto. Es momento de meditar, pensar, danzar, dialogar, hacer pausas, amarnos mucho y asumir cambios en nuestras vidas, comenzando por valorar el tiempo de calidad que nos negamos a vivir, más allá de limitar nuestra existencia a maratones laborales, estrés, malos hábitos alimentici­os y la ausencia de momentos especiales con nuestras familias y amistades, por estar condiciona­dos a la cosificaci­ón de nuestra humanidad.

Es momento de dejar de torturarno­s por el dinero que dejemos de producir y por cuánto cambiará nuestra (canibalist­a) cultura consumista, cuando lo primordial es la vida, es salir de esto sanos y salvos.

Son muchos aprendizaj­es los que el mundo debe vivir, pienso que entre más nos tardemos más se alargará esta pandemia; es momento de retornar hacia nosotros, que este caos se convierta en un generador de real revolución de nuestro ser y finalizo con un fragmento de mi experienci­a Covid como lo sugirió la coach y maestra Eliana Melo.

Acepto realizar este acto de generosida­d; fueron 16 días de total aislamient­o hasta recibir el negativo que más me ha alegrado la vida, pero quedan secuelas físicas y emocionale­s que nos recuerdan lo importante que es cuidarnos y amarnos, de reconocer el valor de lo preventivo en la salud y saber que somos un universo holístico en el que no solo debe importar la salud física, sino también la mental; mi llamado a ti que me lees es a que ames la vida y te ames mucho, que esta pandemia no pase como si nada, sino que descubras tu poder y que nunca lo limites por causa de los miedos.

Y tuve Covid, ¡ya párala Covid!

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