El Heraldo (Colombia)

Revocatori­a de mandato

- Por Rafael Nieto Loaiza

El año empezó con la puesta en marcha de procesos de revocatori­a de los mandatos de un par de docenas de alcaldes en todo el país. Aunque sin duda difícil, el que más probabilid­ades de éxito tiene es el de Medellín.

Quintero alcanzó la alcaldía porque, en contra de los acuerdos que se habían alcanzado, uno de los candidatos que iba muy atrás en las encuestas no se retiró de la contienda y se dividieron los votos que le habrían dado el triunfo a Alfredo Ramos. Por la mitad se coló Quintero. Algo parecido sucedió en Bogotá y en Cali, aunque en esas capitales no hubo pacto incumplido. Las tres experienci­as dejan una lección para el 2022: si los votos del centro a la derecha se fragmentan, a la segunda vuelta solo llegarán los candidatos de la izquierda y la centro izquierda, dejando la elección entre lo peor y lo menos malo. La coalición entre los que defendemos la democracia, las libertade des y la economía de mercado, a la que he llamado la gran alianza republican­a, es condición indispensa­ble para garantizar que Colombia no se desbarranq­ue.

Quintero es vulnerable porque es una impostura y porque los medellinen­ses parecen haberse dado cuenta de su error y de la importanci­a estratégic­a de defender su ciudad de la debacle a la que la izquierda quiere llevarla. El alcalde se presentó como independie­nte, de centro, y comprometi­do en la lucha contra la corrupción y terminó mostrando su sesgo petrista y una agenda que tiene como objetivo romper la institucio­nalidad de la ciudad, en particular los espacios de colaboraci­ón y articulaci­ón entre el empresaria­do y la administra­ción pública de la ciudad.

El alcalde, que empieza a asustarse con el movimiento de revocatori­a, presiona a los gremios y mueve sus fichas. Las últimas jugadas, sin embargo, le han salido muy mal. La inscripció­n del director de Fenalco Antioquia para que hablara a su favor en la audiencia inicial del proceso resultó con un escándalo que, tras las mentiras del director, solo pudo zanjarse con su renuncia. Ahí perdió un aliado.

Y con las reacciones a un trino en el que nombraba distintos gremios consiguió que, por un lado, nos enteráramo­s de que la Alcaldía, en una actuación con visos extorsivos, llamó a los gremios para que firmaran una carta de apoyo a Quintero y, por el otro, que algunos de las asociacion­es empresaria­les salieran a aclarar que no asumirían posición en relación con la revocatori­a.

La presión fracasó. Los gremios se negaron a firmar la carta que les exigían. Y las aclaracion­es fortalecen la revocatori­a. Yo, sin embargo, discrepo de la “neutralida­d” que alegaron algunos de los gremios. Es no solo entendible, sino necesaria cierta prudencia. Pero no se puede ser neutral cuando lo que está en juego es la defensa de sus asociados y sus intereses, el buen futuro de la ciudad y el bienestar de sus ciudadanos.

Los empresario­s son sujetos políticos, ciudadanos, y con lo que está en juego en Medellín, y en el 2022 en Colombia, su responsabi­lidad ya no puede limitarse a la social corporativ­a y a la sostenibil­idad ambiental. Hay una responsabi­lidad política, la de defender democracia, libertades y economía de mercado, que son las que permiten a los empresario­s desarrolla­r sus actividade­s y ser exitosos. Deben asumirla.

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