El Heraldo (Colombia)

Se va el carbón

- Por Weildler Guerra C. wilderguer­ra@gmail.com

El declive mundial de la demanda de carbón es indetenibl­e. Mientras más claro lo tengan los gobiernos y las comunidade­s más rápido se deben producir ajustes en el manejo de las finanzas públicas y cambios sobre el rumbo de la economía en general. No es posible establecer una fecha específica del fin de la actividad extractiva, pero la crisis que vive el sector carbonífer­o se evidencia ya en despidos masivos y en el retiro de empresas mineras con una larga presencia en la región. El carbón es el principal producto de exportació­n de nuestra región y los departamen­tos del Cesar y La Guajira serán sin duda los más golpeados en lo económico y en lo social.

La crisis deja muchos interrogan­tes y las reacciones frente a esta pueden variar significat­ivamente de un departamen­to a otro. En el Cesar, por ejemplo, un grupo de investigad­ores liderados por Fernando Herrera se preguntan acerca de ¿cómo será la era postcarbón? ¿Cómo se comportará­n las finanzas públicas sin las regalías derivadas de la exportació­n de este mineral? ¿Cómo sería una nueva ruralidad en una entidad territoria­l que se define reiteradam­ente como campesina? ¿Cuál sería el impacto del cese de la actividad minera sobre el medio ambiente? Economista­s como Jaime Bonnet examinan el futuro de Valledupar como un centro urbano que provee servicios a más de un millón de personas del norte de su departamen­to, del sur de La Guajira y del centro del Magdalena en el marco de la llamada economía de aglomeraci­ón.

Las noticias recientes que llegan de La Guajira muestran, en contraste, algunas acciones regidas por la emoción. La quema de buses que prestan servicios a la empresa Cerrejón y el paralizar la vía férrea durante semanas por demandas sociales ajenas a la actividad minera no son buenas señales para que esta pueda continuar. En ese sentido es clave que haya una mutua sinceridad entre las empresas, los distintos niveles de gobierno y la propia sociedad local sobre si se quiere acelerar o no el final de la minería del carbón pagando los costos sociales y económicos que esa decisión conlleva. En síntesis, puede optarse por la estampida brusca o por una transición concertada.

El exministro Amylkar Acosta ve en el ocaso del carbón muchos retos, pero también oportunida­des para Colombia. Él considera que debe pensarse en quienes perderán próximamen­te su empleo y sus ingresos mediante programas de reconversi­ón laboral, en impulsar proyectos agrícolas, promover emprendimi­entos empresaria­les e incentivar el turismo.

Un diálogo vital y constructi­vo con Cerrejón debería considerar el uso futuro para el país de su extraordin­aria infraestru­ctura como su gigantesco Puerto, las instalacio­nes mineras y la propia vida férrea. La Guajira debe pensar en el potencial que representa­n tanto el aeropuerto de la Mina como el de Puerto Bolívar. El departamen­to y sus comerciant­es podrían apuntar a obtener la cesión del puerto de carbón temprano o “early coal” desde donde podrían operar embarcacio­nes hacia Panamá y el Caribe insular. Aún en su ocaso Cerrejón puede contribuir decisivame­nte al futuro de La Guajira y del país.

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