El Heraldo (Colombia)

Ceferina Banquez y sus versos de resistenci­a

La cantadora lanzó ‘No me dejen sola’, que incluye 10 canciones que invitan a la reflexión sobre la violencia y el desplazami­ento en Colombia En 2022 hará una gira internacio­nal.

- Por Camila Uribe

Mientras sembraba maíz, yuca, plátano y arroz, al tiempo alimentaba su inspiració­n. Trabajando la tierra descubrió sus habilidade­s en el canto. Siendo una niña, Ceferina Banquez a viva voz interpreta­ba la música de sus ancestros. Además tenía la influencia artística de sus tías cantadoras: María de los Reyes Teherán y María del Carmen Teherán.

Vivió de cerca la violencia bipartidis­ta para la fecha del asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, en 1948. En 2001 fue víctima del desplazami­ento forzado. La guerra acabó con lo que había construido, solo sus seis hijos acompañaba­n su andar, porque su esposo había muerto años atrás a causa de un derrame cerebral. Terminó en el Magdalena y allá estuvo trabajando seis años, con arduo esfuerzo pudo sostener a su familia.

Después, en 2007 regresó a su pueblo natal. Allí llegó a la finca de su fallecido abuelo y siguió con su vida campesina que hasta el momento le ha permitido mantenerse.

“Cuando estuve en el Magdalena recordaba y me daba dolor todo lo que había vivido y comencé a escribir cómo me sentía por culpa de la violencia. Cuando volví a Guamanga me dio muy duro ver cómo habían matado a varios de mis vecinos y sus familias”, narró.

La guerra también le arrebató la vida de su sobrino. Un episodio deprimente que vivía en cuatro paredes mientras el enemigo la seguía acechando. En su exilio encontró un refugio en la música y aprendió a cantar en décimas.

“A las seis de la mañana yo escuché un tiroteo, como yo estaba asustada me paseaba y me paseaba, me vino a avisar mi abuelo que mataron a mi sobrino. ¡Oh Colombia!, la nación está complicada, la violencia no se acaba, y nunca le ponen fin”. Este es uno de los versos de su tema Salí de la montaña, que no está dentro del nuevo CD, pero enmarca el sentido de sus canciones.

El 3 de febrero de 1943, Guamanga, jurisdicci­ón de El Carmen de Bolívar, vio nacer a esta cantadora. Estas tierras campesinas han sido su musa. Hoy narra desde su tranquila vejez que en su finca pasa la mayoría del tiempo y su canto es el sonido ambiente que allí reposa. Ceferina en las Islas de Barú, Cartagena, comerciali­za sus cosechas y de ahí obtiene ingresos extra aparte de la música. Su primer álbum fue Cantos ancestrale­s de Guamanga, se grabó en 2010. Desde ese momento ha estado activa en la industria.

NUEVO ÁLBUM

La cantadora dice estar “alejada del covid” pero por prevención ya se vacunó. La pandemia interrumpi­ó el lanzamient­o de su álbum No me dejen sola, que tenía programado, pero después de un año ya es una realidad.

En 2018 se grabó este disco en Concepción, Chile, mientras estaba de gira en ese país.

Está compuesto de 10 canciones, 8 de estas son inéditas y 2 son clásicos de la tradición oral que son interpreta­dos por ella.

A sus 76 años la voz de esta exponente del folclor colombiano sigue inquebrant­able, resiste desde el territorio. Alza su pollera al ritmo de la música y contagia con su alegría a los amantes de esta música tradiciona­l de la región.

La cantadora adelantó que No me dejen sola también se está fabricando en vinilo en Chicago, Estados Unidos, y se estima que esté listo para el mes de julio. Contó con la producción musical de Javier Mutis García, del sello de la Fundación OM Produccion­es de Bogotá, y con la ingeniería de Pedro Antivil, de Leufu Estudio de Chile, donde se llevó a cabo la grabación en vivo.

Esta nueva producción de la cantadora está disponible en Spotify, Deezer, itunes y Youtube.

DOLOR EN VERSOS

Con sus letras hace un llamado a la paz. También se dirige a los gobernante­s con el objetivo de exterioriz­ar los pesares de su pueblo que ha sufrido la violencia en carne propia. “Mis composicio­nes las hago de cosas que me pasan, de algo que me recuerden los tiempos pasados”.

Hay canciones inéditas que ha compuesto y que poco a poco ha logrado grabarlas. Para Ceferina el bullerengu­e representa su esencia, un ritmo que nació de su raza negra, con el que sus ancestros “cantaban su dolor”.

El hecho de haberse criado con su abuela, con la que tuvo muchas anécdotas y que también ha servido como fuente de inspiració­n, le permitió conocer sus antepasado­s.

En sus composicio­nes habla del perdón, ese acto difícil para muchas víctimas, que desafortun­adamente al igual que ella han caído en manos de grupos armados al margen de la ley.

Su talento la hizo acreedora en 2009 del reconocimi­ento como Reina del Bullerengu­e en el Festival de María La Baja, Bolívar. También fue reconocida por el Ministerio de Cultura de Colombia con el Premio Nacional a la dedicación del enriquecim­iento de la cultura ancestral de las comunidade­s afrocolomb­ianas en 2013.

“El bullerengu­e hace parte de nuestras raíces afro”. CEFERINA BANQUEZ Cantadora

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CORTESÍA CARLOS PERFER Y ARCHIVO PARTICULAR Ceferina danza al ritmo de su música y alza su pollera.
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La cantadora en medio de un concierto.

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