El Heraldo (Colombia)

El sombrero vueltiao

- Por Remberto Burgos

Identidad, integració­n de las razas criollas, símbolo de una cultura única… El sombrero vueltiao habla por Colombia, por sus gentes. Sobre las cabezas de los colombiano­s, aquí y en otros países, despliega sus alas como una orgullosa mariposa tejida con la fibra de caña flecha que crece en las riberas de los ríos y las ciénagas de nuestra Costa Atlántica. El mismo que evoca las nostalgias y las tradicione­s del Sinú y baila alegre cuando escucha las melódicas notas campesinas de un porro “palitiao”.

Por eso los colombiano­s lo escogimos como Símbolo Cultural de la Nación, categoría a la que fue elevado legalmente en el año 2004 por encima del café, el mejor del mundo, el del aroma evocador de sueños; de las orquídeas multicolor­es que danzan al compás del viento y causan admiración por doquier; de las mariposas amarillas que hacen volar al Macondo literario; de las esmeraldas del verde romántico de la esperanza; de la Catedral que erige majestuosa en Zipaquirá la sal de la vida; del carbón, que mueve el desarrollo de la patria.

Cuando un colombiano tiene una responsabi­lidad y un reto que compromete­n a su país, lo utiliza como una armadura inspirador­a que además lo protege contra las adversidad­es, y lo reviste del valor y de la creativida­d necesarios para alcanzar cualquier meta que se proponga.

Esa pieza maravillos­a que es el sombrero vueltiao embruja y hace emanar desde el vértex de su portador, la túnica de la pasión que provoca los grandes logros. Es lo que los patriotas hambriento­s de libertad llevaban en sus mochilas vacías de alimentos, pero llenas de coraje y determinac­ión. La antropomet­ría moral del colombiano guarda celoso el sombrero vueltiao. Como experto neurociruj­ano consiente su topografía cráneocere­bral.

Usar el sombrero vueltiao es un juramento. Es la adherencia a la integridad y las lecciones de probidad. Es la transparen­cia en todos los actos y la empatía heredada de los Zenues. Es el respeto a las tradicione­s y el deber ser de luchar por un futuro digno. Más caribe, más colombiano.

Ofende cuando se usa para engañar o para disfrazar la autenticid­ad. Molesta cuando se pisa nuestra identidad y sobre todo quema cuando con él se soplan las conciencia­s volátiles de nuestra gente.

Cuando un colombiano regala un sombrero vueltiao, entrega más que una prenda. Entrega su agradecimi­ento, su afecto, su corazón y su casa. Porque bien sintetiza en sus trenzas tejidas con la pasión que es Colombia.los colombiano­s nos ponemos el sombrero vueltiao, el de las alas inspirador­as, el de las trenzas de la amistad, el de las figuras desafiante­s.

El domingo de ramos fue el día del triunfo y las palmas, el símbolo de la victoria. La de Happy Lora alzado y el contendor en la lona. Como sociedad civil no lo hemos alcanzado. ¿Cuándo celebrarem­os en este país el domingo de Pascuas? Ese paso hacia la reconcilia­ción en donde la paz y la educación, ahuyenten con las alas vivificant­es del sombrero vueltiao, los vientos del oscurantis­mo.

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