Elecciones de Ecuador, lecciones para Colombia
Ecuador eligió al conservador Guillermo Lasso como su nuevo presidente y se convierte en pionero en América Latina en celebrar en pandemia unos comicios generales, de los que Colombia podría obtener valiosas experiencias de cara a su decisivo año electora
Ecuador, donde el voto es obligatorio, eligió al sucesor del presidente Lenín Moreno en la segunda vuelta de unas elecciones caracterizadas por estrictas medidas de bioseguridad debido a la pandemia de covid-19, y una participación que superó el 78% del censo electoral de 13 millones 500 mil ciudadanos. Tras obtener el 65% de los votos, el exbanquero conservador Guillermo Lasso, de 65 años, deberá centrarse en la gestión de las crisis sanitaria, económica e institucional de su país agobiado hoy por enormes retrasos en su plan de vacunación y una descomunal deuda que supera el 63% de su Producto Interno Bruto estimada en USD 80 mil millones.
Lasso quien aglutinó al ‘anticorreísmo’ –más allá de la derecha tradicional– venció al delfín del expresidente Rafael Correa, el socialista Andrés Arauz, de 36 años, fuertemente criticado por su falta de experiencia, trayectoria política o realizaciones. Para el exministro de Hacienda la tercera sí fue la vencida, y ahora tendrá que echar mano de todos los aliados que pueda sumar en su camino para recomponer un país fragmentado, crear los dos millones de puestos de trabajo que prometió en campaña, reducir la pobreza que adicionó más de 3 millones de personas en el último año, y estimular una economía en cuidados intensivos que se contrajo 7,8%, en 2020. No será tarea sencilla porque aunque derrotó al ‘correísmo’ que había ganado las tres últimas elecciones presidenciales, tendrá en contra a la Asamblea Nacional lo que dificultaría su gobernabilidad.
Con su participación en las urnas, los ecuatorianos dieron ejemplo de vocación democrática a pesar del riesgo de una movilización tan numerosa en plena expansión del virus. Por su parte, el vencido candidato Arauz, así como su mentor el expresidente Correa, reconocieron rápidamente el triunfo de Lasso cerrando la puerta a cualquier escenario de inestabilidad política. ¡Ecuador no se puede permitir un conflicto de poder! Los votantes apostaron por la experticia financiera del este reconocido defensor del libre comercio, y su modelo político de “libertad y democracia” para reencauzar el futuro de su país que necesita firmeza y pragmatismo para superar sus enormes desafíos, entre ellos avanzar en la vacunación, salir de la recesión y recuperar la credibilidad de la ciudadanía en sus instituciones. Se requerirán amplios consensos en los que el movimiento indígena Pachakutik también debe ser convocado al erigirse en una de las fuerzas políticas de oposición más determinantes del país.
A diferencia de Chile que aplazó para mediados de mayo la elección de los 155 integrantes de la Asamblea Nacional Constituyente y los representantes municipales y regionales por el repunte del virus, Ecuador mantuvo su calendario electoral como “un deber moral en defensa de la democracia”, y se convirtió en pionero en América Latina de un inédito proceso democrático en un contexto de pandemia. El doble reto apostó por garantizar transparencia y adoptar protocolos de bioseguridad para cuidar la salud de los votantes en un trabajo interinstitucional liderado por el Consejo Nacional Electoral.
Vale la pena que Colombia ad portas de un decisivo año electoral analice esta experiencia para empezar a definir reglas claras sobre cómo se regularán las campañas o la recolección de firmas, en qué condiciones de bioseguridad se celebrarán los comicios en las regiones más apartadas o qué mecanismos tendrían que reforzarse para impedir que vacunas o ayudas gubernamentales se vuelvan moneda de cambio en los comicios, como advierte la Misión de Observación Electoral, MOE. En Colombia, a diferencia de Ecuador, el voto no es obligatorio y el riesgo de una disminución significativa de la participación ciudadana en las urnas por los coletazos de la pandemia le podría restar legitimidad a un proceso vital para la imperfecta democracia de nuestro país cada vez más azotado por los vientos de la polarización política.
Ecuador mantuvo su calendario electoral como “un deber moral en defensa de la democracia”, y se convirtió en pionero en América Latina de un inédito proceso democrático en un contexto de pandemia. El doble reto apostó por garantizar transparencia y adoptar protocolos de bioseguridad para cuidar la salud de los votantes.