El Heraldo (Colombia)

Menos más creyentes

- Por Simón Gaviria

Aprimera vista los resultados de la Encuesta Nacional de Diversidad Religiosa parecen preocupant­es para la fe. La encuesta hecha durante 2019 muestra un descenso del catolicism­o del 70,9% al 57,2% de la población. No solo crece el número de ateos y agnósticos de 4,7% al 6,3% del país, sino que, por primera vez, los creyentes sin denominaci­ón alcanzan el 13,2%. Sí muestra un nuevo entusiasmo protestant­e con 19,5% de creyentes. Las estadístic­as no reflejan un creciente fervor religioso, hay menos creyentes, pero más devotos. Grave equivocaci­ón sería no encontrar cómo canalizar esta voluntad de servir. Se podrían repensar los actuales mecanismos de contrataci­ón.

El Papa Francisco dio su última misa del Domingo de Resurrecci­ón sin feligreses, pero batió récords de audiencia. RCN y Caracol transmitie­ron como si fuera la final del mundial. En paralelo, en redes sociales fue tendencia global. La fe estaba demorando en adoptar la virtualida­d. Reunirnos en comunidad es un paradigma fundamenta­l de su práctica. El covid-19 impuso las redes sociales reviviendo la iglesia doméstica. El pontífice superó los 50 millones de seguidores en Twitter, a la fe local le apareció competenci­a internacio­nal, la nueva virtualida­d es desigual. Los feligreses humildes no tienen para los datos o en zona rural tienen mal servicio.

Los que tenían las plataforma­s listas crecieron de manera desbordada durante el covid. Cristovisi­ón, canal de TV católico, aumentó en 560% el número de impresione­s en Facebook.

Más del 75% de sus 187.777 televident­es de Youtube son del último año. A pesar de que más de 3.000 parroquias transmiten en redes, muchas no lograron la transición digital ni donación virtual. Los alfabetos de la religión digital serán más grandes y sobrevivir­án, los análogos, si no se adaptan, van a desaparece­r. Cristovisi­ón pasó de 10.000 llamadas mensuales a más de 120.000.

No es solo un mayor alcance de evangeliza­ción, la intensidad de la fe viene creciendo. Los Caballeros de la Virgen durante este período también crecieron a ritmos acelerados, aumentando en 350% sus seguidores de Instagram y llegando a 1.578 millones en Facebook. Su exigente curso de 33 días de oración y reflexión para consagrars­e a la virgen María, pasó de 1.000 creyentes al año a más de 25.000 durante la pandemia. De la pandemia saldremos con fe más vigorosa, con más ganas de servir.

La tradición de separación de religión y el Estado ha construido un sistema esquivo a la participac­ión de organizaci­ones basadas en fe. Los requerimie­ntos de titulación y experienci­a dejan por fuera el voluntaria­do religioso. Las comunidade­s tienen contrapart­ida, pero las reglas están hechas para empresas. Se podría fortalecer el reconocimi­ento de voluntaria­do haciendo más efectiva la obra social del Estado. Hoy ni siquiera se les reconoce su trabajo de derechos humanos por su condición de fe. El reconocimi­ento religioso requiere un título de educación superior, la fe no lo pueden dar.

Este nuevo rol de las organizaci­ones basadas en fe con el Estado requiere mayor claridad. La obligatori­edad de los emolumento­s eclesiásti­co, la contrapres­tación por servicio religioso, son fundamenta­les para separar el bolsillo personal del de la fe. Con esto resuelto, una nueva etapa de cooperació­n debería salir de tanto sufrimient­o.

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