El Heraldo (Colombia)

Plegarias por La Guajira

- Por Fabrina Acosta

Hace unos años vi una película titulada Plegarias para Bobby. Dejó muchas reflexione­s en mí, especialme­nte la necesidad de ser menos prejuicios­a y respetar las diferencia­s sin asumir indiferenc­ias, no hay que ser indiferent­e ante situacione­s fuertes y que requieren la empatía social y las voluntades políticas para que se puedan transforma­r.

Ahora las plegarias son por La Guajira, se han hecho en canciones vallenatas, poemas, obras literarias, plantones, manifiesto­s y huelgas de hambre; en la actualidad jóvenes guajiros, mujeres, hombres, indígenas y afros están en huelga de hambre en el parque Simón Bolívar en Riohacha, su lema es “Hasta que la dignidad se vuelva costumbre”. El concepto de dignidad es fundamenta­l como punto de partida hacia acciones transforma­doras, incluyente­s y reivindica­doras, que retornen el rumbo de un territorio rico en recursos naturales, historias y cultura, pero que lamentable­mente vive en miseria, vulneració­n de derechos y realidades adversas que superan la ficción.

Por ello, celebro las manifestac­iones políticas, sociales o culturales que determinen una protesta contundent­e hacia la búsqueda del bien común de un territorio como La Guajira, al cual toda plegaria reivindica­dora le viene bien, es momento de reconocer las dificultad­es del común aún desde nuestros privilegio­s, es el derecho a vivir dignamente lo que debe ser cotidiano, no las desigualda­des sociales, las muertes por desnutrici­ón, la corrupción o la normalizac­ión de cualquier delito que vulnere los derechos de la ciudadanía.

De este modo, también es importante hacer honor a la Constituci­ón Política, en la cual se reconoce a Colombia como un país diverso, pluriétnic­o y biodiverso, esto nos debe llevar como Estado y sociedad a relacionar­nos desde las libertades y los derechos. La Guajira merece y necesita una intervenci­ón contextual­izada.

La huelga de hambre de los y las jóvenes en Riohacha representa la plegaria de las mayorías; plegarias por una Guajira digna en la cual los derechos no sean privilegio de pocos, sino una realidad sin restriccio­nes por causa de etnia, estatus social o político. Se hacen urgentes acciones con enfoque diferencia­l (intergener­acional, género y étnico) que provoquen una cotidianid­ad digna, con garantía de derechos y apta para la vida humana, esto último puede leerse exagerado, pero hay comunidade­s en La Guajira que no cuentan con el mínimo vital como derecho fundamenta­l.

Es momento del despertar social y que mejor opción que desde el liderazgo juvenil con enfoque diferencia­l, indígenas, afros, mujeres, hombres y todas las diversidad­es de identidade­s y roles que puedan existir, al fin y al cabo, como afirmó Jaime Garzón: Si ustedes los jóvenes no asumen la dirección de su propio país, nadie va a venir a salvarlo. ¡Nadie!”.

Que sigan las plegarias por una tierra que no se rinde, que se escribe en femenino, femenino sinónimo de resilienci­a, que se reinventa con las nuevas generacion­es, con el poder de la pluricultu­ralidad de un territorio que se moviliza entre la ancestrali­dad y la contempora­neidad. Mi plegaria especial (entre muchas por hacer) por La Guajira es que se reescriba su historia política con un presente

es decir el poder para servir y no para enriquecer­se, sí se puede.

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