Redescubriendo a Montería
La semana pasada debí viajar a Montería por cuestión de trabajo. Entonces decidí aprovechar ese viaje y tomarlo simultáneamente en plan de paseo para orearme un poco ya que llevaba más de un año de casi total confinamiento por aquello del covid, además hacía como 18 años que no iba a la capital cordobesa por lo que me pareció interesante conocer su desarrollo de casi dos décadas. Armé motetes con mi esposa de copiloto, como divertidamente llamaba en su columna de EL HERALDO, el siempre recordado Tonino Celia a su queridísima esposa Cecilita, y arrancamos madrugados tomando la Circunvalación de la Prosperidad y luego la carretera oriental con la variante para evitar atravesar Sabanagrande, Santo Tomás y Palmar de Varela. Quería conducir por ese tramo acabado de inaugurar por el presidente Duque, desde Palmar hasta Carreto y desde ahí hasta Puerta de Hierro, donde se ubica la variante amagangué,y que fue anunciado como la segunda Vía 4G del país. Esa vía puedo describirla de la siguiente manera: Carretera sencilla, de una sola calzada en muy buen estado, que en el tramo que corresponde al departamento del Atlántico, es absolutamente desesperante por la absurda e irrespetuosa cantidad de cámaras que obligan a disminuir la velocidad a límites mínimos sin razón diferente a recaudar por concepto de multas de una forma descarada. Después del puente de Calamar y hasta Montería no encontré una sola cámara y me fue posible conducir de manera normal. Cierto que toda la carretera fue mejorada, disminuyendo sus curvas horizontales y verticales, con variantes para no tener que atravesar el Carmen de Bolívar y Sincelejo, pero calificarla de 4 Ges un despropósito si se compara con las 4G del interior. Esa vía calificaría para 4g, en minúscula, si es caso.
Los paisajes se van mostrando más exuberantes a medida que uno se acerca a Córdoba, con tramos de doble calzada después de Sincelejo que agilizan el viaje, y puedo asegurarles que me descrestó el acceso a Montería, una ciudad con una bella arborización difícil de describir. A medida que me adentraba en la ciudad crecía mi asombro porque aunque su desarrollo ha sido reconocido,no imaginé semejante cambio. una malla vial muy organizada, con bellísimas avenidas, glorietas, pasos a desnivel y jardines bien cuidados, edificaciones y centros comerciales que muestran un dinamismo espectacular. Sin ánimo publicitario, nos alojamos en el Hotel GHL, integrado al centro comercial Alamedas, ambos de primera, con restaurantes de calidad, lo cual facilitó nuestra estadía.
Encontré una Ronda del Sinú extendida por más de 3 kilómetros, súper arborizada, muy bien mantenida, con amenidades, lanchas para tours por el río, con sus tradicionales planchones para pasar de orilla a orilla, y el lado este de ese río muy desarrollado urbanísticamente. Cenamos una noche en el C.C. Places Mall, en la llamada Zona Rosa, y debo reconocer que nos sentíamos en una verdadera ciudad intermedia, de gente amable y acogedora, pero que tiene muy bien definido su norte y que a diferencia de otras capitales de nuestra costa Caribe que se han ido quedando, Montería ha logrado un desarrollo que impresiona, manteniendo su esencia agropecuaria con bellas fincas ganaderas y agrícolas en sus goteras. Con honestidad, vale la pena incluir a Montería en planes de turismo cercano porque aunque no tenga playa y mar, sí tiene mucho para disfrutar.