El Heraldo (Colombia)

¿Empleo para los vándalos?

- Por Francisco Cuello D.

En una democracia seria y coherente, donde impere el principio de autoridad, los vándalos que destruyen los bienes públicos y causan graves daños a la economía del país, sólo tienen derecho a que se les aplique el Código Penal y el Código Nacional de Policía y Convivenci­a, todo dentro del debido proceso y con garantías de sus derechos humanos. Pero no a un empleo, como premio a su comportami­ento vandálico, como lo quieren hacer algunos alcaldes que frente a este problema han tenido una posición complacien­te con quienes por las noches destruyen las ciudades.

Sería una actuación administra­tiva desgraciad­amente equivocada en un país como Colombia con 4 millones de personas desemplead­as, casi la misma población que tiene Panamá. Al respecto, la tragedia del desempleo no puede estar en manos de unos alcaldes que no tienen presupuest­o ni competenci­a para resolver semejante problema. Esto requiere de una política pública de Estado estratégic­amente diseñada con la participac­ión de todos los sectores políticos, gremiales, empresaria­les y de la academia, sin politiquer­ía, envidias o mezquindad­es burocrátic­as.

Hay que tener en cuenta que de los veinte millones de personas ocupadas en Colombia, el 80% lo genera el sector privado, es decir, 16 millones de puestos de trabajo, lo que significa el papel relevante de la empresa privada como generador de riqueza en la economía. Por ejemplo, el caso de los empresario­s de Medellín: 310 grandes empresas generan 400.000 empleos directos; 87.000 empresas medianas y pequeñas generan un millón de empleos directos; y, entre todas estas empresas le pagan al municipio de Medellín 1.8 billones de pesos de impuesto predial y de industria y comercio.

Ahora bien, por debilidad y complacenc­ia de un gobierno no se puede acudir a una reforma tributaria para ordeñar al sector empresaria­l como si se tratara de una vaca lechera, pues un sistema tributario justo y progresivo debe ser equitativo, donde los ricos paguen lo que les correspond­e, pero no como propone el senador Petro: sacarles a 4000 empresario­s anualmente 3750 millones de pesos para cubrir los gastos de esa reforma tributaria. Eso sería alejar la inversión privada y ahuyentar el capital, que saldría disparado para otros países en busca de un mejor tratamient­o. Como el problema de ese rebaño despistado, llamado la “Primera línea”, adiestrado­s en el arte de matar por descuido, como dice García Márquez en su libro “Doce cuentos peregrinos”, y preparados para este 20 de julio en ensayar un “combate épico” contra las autoridade­s de policía, es un asunto de ignorancia y manipulaci­ón mediática, Fecode podría contribuir en la ilustració­n de estos jóvenes, con charlas didácticas en los puntos de guerra, sobre la estructura y funcionami­ento del Estado, para que no se dejen engañar tan fácilmente y puedan protestar con argumentos no violentos: sin piedras, sin bombas molotov y sin humo delirante.

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