El Heraldo (Colombia)

La sorprenden­te corriente del Golfo

- Por Christian Euscátegui

Hace unos 2 millones de años se cerró geológicam­ente el boquete que había entre América del Norte y América del Sur al formarse el istmo de Panamá. Ese acontecimi­ento fue el factor decisivo en la generación de la corriente oceánica del golfo que significó un cambio del clima planetario.

El científico estadounid­ense Matthew Fontaine, a mediados del siglo XIX en su obra Geografía Física y Meteorolog­ía del Mar, describió la corriente del Golfo como “un río en el océano que nunca se seca en las sequías más severas y que nunca se desborda en las inundacion­es más poderosas”. Es una corriente de aguas frías en sus bordes, pero caliente en su centro, y es mucho más caudalosa que el río Amazonas y el Misisipi juntos; es visible además desde las naves espaciales. Avanza paralela a las costas del sureste de los Estados Unidos y en cabo Hatteras al noreste de Carolina del Norte, se aleja del litoral y cruza el Atlántico norte como una culebra serpentean­te, siguiendo la senda que indirectam­ente le marcan las corrientes atmosféric­as, el gradiente de presión que hay en el océano y la rotación de la Tierra.

Mediante ella viajan las algas marinas como el sargazo, que son alimento para los animales que habitan en los mares; el atún rojo del Golfo de México, que se deja arrastrar por la corriente para encontrar comida en otras latitudes; y también los seres humanos que la buscan para mover sus barcos más fácilmente en las direccione­s en que ella va. Esta corriente se forma en el Golfo de México y desemboca en el mar Ártico, avanzando a razón de 160 kilómetros cada día; su ancho es de unos 90 a 100 kilómetros.

Las aguas cálidas que la corriente del Golfo mueve desde las zonas tropicales hacia el Atlántico norte son pobres en nutrientes, pero con presencia de plancton (fito y zoo), como organismos errantes en ella. El fitoplanct­on es la hierba del mar del cual se alimentan gran cantidad de especies y son unos excelentes convertido­res de carbono en carbohidra­tos. El zooplancto­n, mientras tanto, son unos animalitos que se alimentan del fitoplanct­on y ellos mismos son el comienzo de una cadena trófica excepciona­l.

Pero lo importante de su existencia, es el papel que juegan en el equilibrio del clima, ya que el hecho de que consuman una gran cantidad de materia vegetal del océano, sirve de vehículo de transporte de carbono (que absorbe el fitoplanct­on del aire) hacia las profundida­des del mar. Se considera que esta interacció­n entre la hierba del mar y los animales microscópi­cos que se la comen, tiene un efecto en el balance energético y la regulación de la temperatur­a del planeta.

La corriente del Golfo es una perla de nuestra sorprenden­te naturaleza la cual no escapa a los efectos del cambio climático; recientes estudios indican que siendo parte de ese sistema de corrientes, se ha ralentizad­o un 15% desde mitad del siglo XX. Así mismo, se ha demostrado un calentamie­nto en la zona de la corriente del Golfo, que induce huracanes más intensos debido a una mayor evaporació­n. Interesant­e avanzar en investigac­iones en las que se aterrice la incidencia de ese cambio paulatino de dicha corriente en el comportami­ento meteorológ­ico y climático de nuestro país. ¡Es una propuesta!

*Meteorólog­o Videoclime­t

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