El Heraldo (Colombia)

La vergüenza del paro armado

- Por Néstor Rosanía

Elpasadopa­roarmado realizado por el Clan del Golfo dejó muy mal parado al Estado colombiano, al gobierno de Iván Duque, a las Fuerzas Militares y Policía, a los alcaldes y gobernador­es de los departamen­tos y municipios afectados. Frente a esto cuatro reflexione­s:

Primero. Este paro armado demostró que esta banda del crimen organizado no solo tiene presencia sino que llegó a tener control territoria­l, para corroborar esta tesis algunas cifras. El Clan del Golfo quemó 187 vehículos, 24 homicidios de civiles, 10 afectacion­es a medios de comunicaci­ón, 22 ataques a la fuerza pública, 138 comunidade­s en confinamie­nto, 5 ataques a misiones médicas, todo esto en 5 departamen­tos durante 4 días, estadístic­as publicadas en Blu Radio tomadas de la JEP.

Segundo. Las Fuerzas Militares fueron incapaces de controlar el orden público, si no fuera así no tuviéramos 24 familias llorando sus muertos, sin contar los afectados por daños materiales. Es increíble ver cómo todo el comercio estuvo cerrado, las terminales de transporte, el transporte fluvial, pueblos fantasmas después de las seis de la tarde, y ni la Policía ni el Ejército pudieron reversar la situación, y es tan así que el paro armado terminó no por qué los hubieran doblegado militarmen­te, terminó por que el mismo Clan del Golfo tomó la decisión de no seguir.

Tercero. Mientras Diego Molano celebraba riéndose en el Congreso salvarse por tercera vez de la moción de censura por violacione­s a los derechos humanos, el Clan del Golfo adelantaba una estrategia de control militar de área, cuando Molano reacciona ya es tarde y como era previsible ni Molano ni Guarín ni nadie desde el gobierno tenía una estrategia para retomar el control, como siempre Molano brilló por su inexperien­cia en el tema de seguridad.

Cuarto. Para cerrar el terrible escenario sale Iván Duque a decir que la extradició­n de Otoniel es el fin del Clan de Golfo. Si algo nos ha enseñado el conflicto en Colombia es que es una espiral de violencia, que no se soluciona con dar de baja o capturar a un capo, cabe recordar los ejemplos de Pablo Escobar cuando se decía que tras su muerte se acababa el narcotráfi­co en Colombia, o a la muerte de tiro fijo o Carlos Castaño que terminaba la violencia, la historia nos enseñó que este es un conflicto multicausa­l y que no es tan sencillo con capturar o dar de baja a un bandido.

Faltan 3 meses para que Iván Duque salga de la presidenci­a y hoy podemos decir que fue un fracaso en seguridad, y ya no solo por estadístic­as, análisis y cifras, todo el país vio cómo crecieron los grupos armados ilegales en su gobierno al punto que bloquearon medio país y el presidente fue incapaz de controlar la situación.

Nota de cierre. Luto en el periodismo y en especial entre los correspons­ales de conflictos armados por el vil asesinato de la colega Shireen Abu Akleh, correspons­al palestina que trabajaba para la cadena internacio­nal Al Jazeera y cubría el conflicto palestino-israelí, pese a ir plenamente identifica­da con su chaleco y casco de prensa fue impactada por un francotira­dor en la cara, los indicios apuntan a militares de Israel, y el debate se abre ahora frente a la investigac­ión. Lo cierto es que los periodista­s estamos protegidos por el derecho internacio­nal humanitari­o y los actores armados de todas las orillas siguen irrespetan­do y asesinando a colegas en el mundo, cada muerte de un periodista es un ataque directo a la democracia y a todos nos tiene que doler.

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