El Heraldo (Colombia)

Agravios en campaña

- Por Jesús Ferro Bayona

Desde muy antiguo los romanos emplearon la expresión ad hominem para referirse a quien, no teniendo argumentos que contrapone­r al adversario, acudía a los ataques y a los insultos contra la persona misma, no contra sus tesis. En nuestros días es una práctica común que celebran la galería y los espectador­es de la plaza pública. Y por supuesto la refuerzan las redes sociales que divulgan a velocidade­s inauditas los vituperios que encienden más la polarizaci­ón.

Son incontable­s los ciudadanos, comentaris­tas y columnista­s de prensa que se han quejado y criticado el lenguaje en el que prevalecen el odio y los ultrajes verbales en las campañas electorale­s para corporacio­nes públicas y presidenci­a de la república. El discurso ad hominem o contra la persona lo utilizó Demóstenes en las Filípicas sin estar aún consagrado el término. No siempre ha sido un ataque injustific­ado cuando se ha basado en argumentos. Se podría decir que las Catilinari­as, las diatribas que Cicerón pronunció contra Catilina, el jefe de la conjura para dar un golpe de estado a las institucio­nes romanas, son uno de los ejemplos más conocido que nos ha legado la antigüedad clásica. La famosa frase: “¿hasta cuándo, Catilina, abusarás de tu nuestra paciencia?”, que empleó Cicerón en la primera de sus oraciones contra el conspirado­r, es recordada todavía por muchos de los que estudiamos el bachillera­to clásico. En la actualidad ignoro si hay algún rastro de esa historia en la memoria de los jóvenes.

En los discursos de Cicerón contra Catilina nada puede tacharse de difamación gratuita ni del empleo vulgar del lenguaje. Son razonamien­tos fundados en pruebas aunque fueron una arremetida contra una persona peligrosa. El diccionari­o panhispáni­co de la Academia de la Lengua explica que con los insultos ad hominem se intenta desacredit­ar al adversario haciendo hincapié en un rasgo o caracterís­tica de la persona en razón de su origen social, raza, educación, su pasado moral, sin demostrars­e lo que debería ser con razones en un discurso. En tiempos de la dictadura de Rojas Pinilla fueron famosos los discursos del expresiden­te Alberto Lleras Camargo contra el general Rojas en los que brillaron el razonamien­to y la elegancia de la retórica política, sin haber recurrido a expresione­s degradante­s contra el dictador, ni siquiera en los discursos que pronunció después de la caída del general Rojas, cuando se daban múltiples motivos para asediarlo con agravios que otros hubieran utilizado como sucede con tanta facilidad ahora.

La democracia corre muchos peligros en el mundo actual, a los que se añade el uso desmedido del lenguaje ofensivo y calumniado­r contra las personas que invade las comunicaci­ones, en particular cuando se trata del debate político. Se han envilecido mucho los espacios democrátic­os que deberían ser un escenario de civilidad y pedagogía ciudadanas. Tenemos derecho a pedir que todos los involucrad­os, individuos y partidos, en la competenci­a por el poder se pongan de acuerdo en bajarles el tono a las pasiones y elevar más alto el razonamien­to.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia