Seguridad, la principal petición de los reboleros
En las cuadras del barrio Rebolo se respira Carnaval. En este territorio, considerado uno de los primeros barrios de la ciudad, tuvieron origen varias de las manifestaciones culturales que han engrandecido a la principal fiesta de nuestro país.
A pesar de su gran aporte a la capital del Atlántico, sus habitantes se sienten sumidos en “el olvido”. En su concepción, son muchas de las “necesidades” que no han sido resueltas durante los últimos años, mientras que otras zonas de la ciudad “avanzan a pasos agigantados”.
“El barrio se ha quedado estancado en el tiempo. Nosotros no tenemos un CDI, ni una casa de cultura. Tampoco contamos con un parque para que los niños se diviertan. Incluso, no tenemos ni una iglesia para que las personas se puedan congregar”, dijo Adalberto Utria, un rebolero “raizal” que durante varios años se ha dedicado a visibilizar las problemáticas que aquejan a la comunidad.
Indicó, además, que una de las pocas inversiones que se ha hecho en la zona corresponde a la canalización del arroyo Hospital, un proyecto que ha tenido un “sinnúmero de inconvenientes” y ha generado “inconformismo entre la comunidad”.
Para Juan Carlos Mosquera, otro “rebolero de pura cepa”, la principal preocupación que tienen es la creciente inseguridad. “Hay mucha incertidumbre. La Policía nos hace acompañamiento durante gran parte del día para garantizar la seguridad”, dijo el hombre, quien vive en este sector desde hace más de 30 años.
Indicó que las líneas invisibles siguen siendo una problemática que impacta –de forma negativa– en su calidad de vida: “Queremos que instalen un CAI móvil, para que la comunidad pueda vivir sabroso”.
Por su parte, Shakira Zambrano, otra residente de la zona, expuso que “la principal petición es que haya más presencia de la Policía. A cualquier momento se pueden presentar enfrentamientos y eso atenta contra nuestra tranquilidad”.
Ante este panorama, los habitantes de este populoso barrio hicieron un llamado a las autoridades locales para que se “voltee la mirada” y se adelanten proyectos que permitan impulsar su desarrollo y así “saldar” una “deuda histórica” con los reboleros.