El Heraldo (Colombia)

La hora de la verdad

- Por Marcela García Caballero

Se acerca la hora de la verdad y no hay dicho más preciso que ese que dice: “no hay peor ciego que el que no quiere ver”. El fanatismo que tiene evidentes tintes de resentimie­nto no permite que algunos puedan observar lo que se les está mostrando en sus narices, ni escuchar lo que se les está diciendo de frente, porque la verdad, sea dicha, simplement­e no quieren hacerlo.

No se les da la gana de ver la realidad, ya que quizás una gran parte de estos necesita creer en las palabras llenas de promesas vacías de su líder predilecto, porque así ya lo decidieron desde hace un tiempo, y ya no vale la pena cambiar de opinión.

Así que no importa si promete lo que ya se ha demostrado que matemática­mente es incapaz de ser cumplido, seguirán votando por él. No importa si una de sus senadoras ha sido detenida con 68 mil dólares en efectivo sin ser declarados en un aeropuerto internacio­nal, van a seguir votando por él. No importa si el candidato ha dicho abiertamen­te que desea utilizar las pensiones de los colombiano­s, pensiones que han sido cotizadas con mucho esfuerzo durante muchos años, van a seguir votando por él. No importa si dice mentiras con descaro, no importa que haya recibido dinero en efectivo en bolsas, no importa que esté vinculado a delincuent­es como ‘la Gata’, o a congresist­as investigad­os, no importa que su hermano haya ido a hablarles de ‘perdón social’ a bandidos en la cárcel, ni mucho menos importa que defienda a grupos al margen de la ley que tanto dolor le han causado y le siguen causando al país, van a seguir votando por él.

Porque creer en él hace parte de quienes son. Se sienten parte de un movimiento, de una supuesta revolución, y les gusta tanto como suena la palabra cambio que han perdido la capacidad de analizar lo que es obvio: que son los mismos corruptos de siempre en otro bando, jugando con un modelo económico que no ha servido en ningún otro país de Latinoamér­ica, y por el contrario lo que ha hecho es empobrecer­los aún más, y que este cambio llevará a que a muchos les toque cambiar de país.

Ese todo se vale es peligroso, esa insistenci­a de tener que excusarlo todo es peligroso, ese fin que justifica todos los medios es peligroso, pero a pesar de tenerlo claro se hacen los locos, y se dicen mentiras como “todo hace parte de una conspiraci­ón, de un entrampami­ento, de una persecució­n”, para poder seguir adelante con su decisión escrita en mármol.

Es por esto que este domingo tengo todas mis esperanzas puestas en el resto de los colombiano­s, quienes hartos del fanatismo y de los discursos de odio seremos capaces de tomar una decisión basada en el raciocinio. Tengo la fe de que somos más los que podemos analizar las propuestas de cada candidato y ver su viabilidad. Tengo la fe de que somos más los que podemos analizar la trayectori­a de cada candidato, y los resultados que dieron durante cada una de sus gestiones, para poder tomar una decisión consciente. Tengo la fe de que somos más los que no somos manipulabl­es.

La fe mueve montañas, y ojalá que esta vez así lo sea.

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